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El Telégrafo
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“El museo debe ser gestor cultural, no linda bodega”

“El museo debe ser gestor cultural, no linda bodega”
25 de septiembre de 2012 - 00:00

En un artículo para GKillCity dijo que los espacios de la ciudad están discapacitados, ¿se refería a una relación de “ver y no habitar” entre el ciudadano y el espacio?

A partir de una pregunta sobre los espacios para discapacitados, pensé en que el espacio en Guayaquil está discapacitado. El desarrollo de la ciudad debió haber sido focal, en puntos desde los que se fuera extendiendo. Pero aquel desarrollo se quedó en áreas de preferencia.                 

El objetivo del ex alcalde de la ciudad, Fébres-Cordero, era la regeneración urbana. El alcalde Nebot llegó con nuevos empeños: el turismo, por ejemplo, que hasta cierto punto ha logrado.          

Sí y no. Nosotros no somos Jamaica para decir que tenemos lindas playas en el Guayas. El turismo debe ser producto de una economía próspera, basada en la actividad comercial que ha tenido siempre nuestra ciudad. Ya se han dado cuenta de que deben apuntar más a las conferencias, convergencia de negocios, capacitaciones. Pero la infraestructura no puede limitar el comercio.   

¿Por qué la infraestructura habría de limitar el comercio?

No lo limita, pero debería dársele prioridad local al desarrollo de actividades económicas a gran escala. No solo al gran empresario, al comercio informal también: si bien no es la mayor parte de la economía, ayuda a evitar la delincuencia. 

Los comerciantes informales hablan de no querer dejar los lugares en que están por una cuestión de afluencia clientelar...

Es que en Guayaquil depende de dónde quieras poner tu puesto. Te lo dan o no por un concepto esteticista. En Nueva York los permisos se dan hasta en la Quinta Avenida teniendo en cuenta sólo criterio de sanidad.     

En otro artículo, dijo que el Malecón 2000 desvinculó un poco al ciudadano y al río...  

Hay que entender eso como una concatenación histórica. Después del gran incendio de 1896, Guayaquil se venía desarrollando gracias al auge económico del cacao, café y banano. Luego, súbitamente, se separa a la ciudad del puerto, cuando siempre habían estado integradas. Cuando viene el proceso de recuperar del malecón, y se saca a la gente del Mercado Sur, se empieza a depender del foco comercial que hay cerca: la Bahía. Malecón 2000 quería recuperar los 17 muelles abandonados. La solución era un espacio público en que se identifiquen todos los ciudadanos. Más allá de las reservas que puede haber sobre las censuras en el espacio.   

¿Como las rejas y la reserva del derecho de admisión?

Me preocupa más lo que hay adentro. Si yo quiero echarme en el césped, ¿por qué alguien tiene que decirme que no lo haga? Las plantas no son para verlas, sino para vivirlas. Hay otros proyectos interesantes que van a beneficiar a la sociedad, como el parque de los Samanes. En ese espacio sería inconcebible que alguien me diga que no me puedo echar en el césped. Malecón 2000 funciona porque se necesitaba un espacio público para identificarse, pero es un lugar donde no puedes besarte mucho con tu enamorada.     

Las soluciones habitacionales plantean edificaciones de una sola casa. ¿No sería mejor construir hacia arriba?

Aquí se cree como dogma de fe que los guayaquileños no vivimos en condominio, cuando esa construcción puede satisfacer necesidades colectivas como la seguridad. Es interesante reflexionar lo que se ha manejado como concepto de construcción estas últimas dos décadas: La arquitectura como producto, más que la arquitectura como servicio (para satisfacer necesidades). La arquitectura como servicio se cerciora de que las casas tengan la posibilidad de adaptarse con el tiempo. El urbanismo debería ser versátil.

En el artículo “Un Ecce Homo guayaco”, menciona el museo de Arte Contemporáneo anunciado por el Municipio, en las calles Loja y Rocafuerte, que se construye sobre un lugar que se está hundiendo.

Me preocupa que la gente piense que se puede construir sobre una falla geológica. Eso antes era el estero de Villamar. Hay que tener cuidado al nivel del suelo cuando hay esteros, se dan condiciones que son difíciles de controlar.   

Sobre el otro museo, para el que se designó la casa de Maccaferri, en el mismo artículo, expresa lo siguiente: “Queremos generar la inquietud de los arquitectos”...

... Es que a mí me dejó muy inquieto eso.

Cita además a la Torre de Pisa y otros edificios que se inclinan. ¿Cuál es el problema con construir un museo ahí, entonces?

Me parece un destino muy digno el del museo. Pero en el artículo que mencionó, las autoridades daban a entender que en ese museo habría arte urbano, y me dio la impresión de que era un lugar para guardar implementos. ¿Por qué la tipología del museo debe ser el arquetipo caduco de que fuera solo para exhibir cosas?

Los museos suelen ser sitios de exposición...

Deben ser gestores culturales, no lindas bodegas. Tendría que haber actividades que integren a la comunidad. ¿Por qué en la calle Panamá no se puede hacer algo como en la calle Florida de Buenos Aires, donde la gente llega, enchufa la guitarra y toca sin tener que pagar? ¿Por qué, además, no se llama a un concurso de arquitectura? El último concurso del que he sabido en Ecuador es el de las plataformas gubernamentales en Quito.

Se suele presentar a concursos de arquitectura a nivel internacional. En ese sentido, y en el país, ¿cómo ve el panorama?  

Aquí hay tantas actividades en las cuales los arquitectos podrían participar, pero el gremio ha sido ignorado. La cultura del concurso arquitectónico es fundamental. Ha dado beneficios enormes a otras sociedades. En Argentina, Colombia y Chile hay estudios arquitectónicos que viven solo de la gestión de concursos de arquitectura.

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