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El Telégrafo
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En el espacio constan varios textos del autor que no se pueden conseguir en librerías comerciales

El mejor homenaje a Miguel Donoso Pareja “es leerlo”

Se puede buscar entre las perchas el libro que se requiere o a través del software en las computadoras. Foto:  William Orellana / El Telégrafo
Se puede buscar entre las perchas el libro que se requiere o a través del software en las computadoras. Foto: William Orellana / El Telégrafo
21 de mayo de 2015 - 00:00

El escritor Miguel Donoso Pareja (Guayaquil, 1931-2015) le decía a sus talleristas que no leyeran sus libros. Ellos, ávidos por aprender de aquel hombre que les desbarataba al menos 2 veces a la semana sus textos, los leían todos.

Hoy estos talleristas, con más años encima, vuelven a recordar a Donoso Pareja con la inauguración de una sala de lectura que lleva el nombre del autor guayaquileño.

 En el espacio, ubicado en la Universidad de las Artes en Guayaquil, constan algunos libros del escritor (varios de ellos imposible de encontrar en librerías comerciales). Cada estudiante e interesado puede buscar entre las perchas el libro que requiere o hacerlo a través del software en las computadoras disponibles y guiarse con la numeración de los títulos. El espacio está lleno de muebles, mesas, sillones puff y mucho silencio.

Donoso Pareja, además de su obra extensa entre poesía, narrativa y ensayo, inauguró una dinámica de talleres en Ecuador que inició en México, donde residió por dos décadas exiliado. Sus talleres se constituyeron en una de las prácticas fundamentales de su escritura y la dinámica artesanal de reescribir y leer textos de nuevos autores.

La apertura de la sala, el pasado 18 de mayo, fue el primer homenajeado en la ‘Semana Cero’, una serie de eventos organizados por la Universidad de las Artes previo a su inicio de clases, para agitar las relaciones entre la ciudadanía y el arte en sus distintas formas.

Era la primera vez que se conmemoraba la figura de Donoso después de su muerte y, como parte de esa agitación entre la ciudadanía y la forma en la que se concibe esta universidad, única en su tipo, en América Latina, también se inauguró una sala de lectura con su nombre abierta al público.

El Salón Simón Bolívar de la Gobernación del Guayas estuvo copado antes de que terminara la tarde del lunes. No alcanzaban las sillas para sus talleristas de distintas generaciones, al igual que sus amigos, familiares y aquellos que han empezado a conocerlo. Todos llegaron a escuchar y socializar la experiencia que tantas veces han compartido: la influencia de Donoso en su literatura, en sus formas de leer, leerse y escribir.  

¿Que si Donoso aportó a la conformación o consolidación de diferentes generaciones de creadores? “Es un hecho -responde en un cuestionario enviado por este diario, Denis Nader, quien pasó por sus talleres desde 1998 hasta 2000 y volvió por unos meses en 2003-. Es lo que hizo. Hay miembros de sus talleres, de distintas generaciones, que tienen obras publicadas y siguen escribiendo”.

El escritor Jorge Velasco Mackenzie desde su paso por los talleres de Donoso, durante la primera faceta en la década del 90, ha estado todo el tiempo trabajando en la literatura y también como tallerista. “Me considero un escritor gracias a las enseñanzas del maestro Miguel”, dijo Velasco. Durante su pequeño homenaje póstumo a quien fue su maestro prefirió recordarlo con anécdotas que van más allá de su vida como escritor, con aspectos que definían al amigo como el día que lo visitó con un caldo de salchicha en el que Velasco afirmó que el origen de este plato era la ciudad en la que vivía, Guayaquil. Donoso increpó tal afirmación:“al caldo de salchicha lo inventaron los griegos”.

“En La Odisea de Homero las tropas griegas celebran el triunfo de haber tomado Troya devorando tripas de cerdo rellenas de sangre. Salchichas”, recordó Velasco sobre las palabras de Donoso.

Entre los escritores presentes y su hijo, Miguel Donoso Gutiérrez y su viuda, Isabel Huerta, se volvió a lo recurrente: la experiencia de haber sido parte de los talleres del escritor, en Quito,Guayaquil y Manta.  

Para su hijo, Miguel Donoso Gutiérrez, cada quien es talentoso por sí mismo, el trabajo del guía de talleres era un proceso artesanal de reescribir y leer, resaltó Donoso Gutiérrez. “Miguel nos decía, yo no les voy a enseñar a escribir, eso se aprende leyendo mucho, aquí vamos a trabajar en el oficio,  y fue justamente eso lo que, con paciencia y generosidad, me ayudó a desarrollar”, dijo Damian Matailo, quien asistió a sus talleres entre 2002 y 2004, en Guayaquil.

La escritora Clara Ayala recordó su paso prolongado por los talleres de Donoso. Ha dejado de escribir, pero piensa retomarlo pronto con la metodología de leerse y criticarse como lo hacía quien fue su maestro. “Lo peor que podía pasar en los talleres de Donoso, era explicarle lo que habías querido decir en el cuento hasta llegar a la crítica. Ojalá, que pueda haber una figura como él nuevamente”.

Para Maritza Cino, una de las talleristas de Donoso en su primera etapa, haber pasado por sus talleres fue una experiencia fundamental en sus inicios literarios, “porque en el taller aprendí a mirar el texto de otra manera, a diseccionarlo bajo la observación de otros talleristas y de Miguel. Ellos aportaban con sus lecturas,  lo que  me permitía reconfigurarlo y así ser más autocrítica, suspicaz y exigente. Fue un espacio donde la creación dio paso a la madurez, exigencia y tolerancia”.

“A Donoso le interesaba donde la tela empieza a romperse”, resaltó el rector de la Universidad de las Artes, Ramiro Noriega.

Ahora, que se inauguró la sala de lectura ‘Miguel Donoso Pareja’ se espera que este espacio esté lleno la mayoría del tiempo, “porque el mejor homenaje a Miguel Donoso es leerlo”, dijo su hijo. (I)

El exBanco de Descuento será  biblioteca

El antiguo Banco de Descuento (Pichincha y Aguirre) ha pasado en las últimas décadas ocupado por oficinistas, dividido por paredes impostadas y cubículos. Su valor patrimonial no ha estado integrado a la comunidad. Sin embargo, hasta noviembre este espacio se reestructurará para ser una biblioteca dedicada al arte y  la investigación, como parte de los edificios que constituirán el centro de la Universidad de las Artes. En la biblioteca se prevé poner a disposición de la comunidad 70.000 títulos, un espacio de archivos fotográficos y la hemeroteca con 131 años de historia.

Hay un fondo de adquisiciones para engrosar el fondo bibliotecario en el que se incluyen las grandes bases que integran las bibliotecas contemporáneas del siglo XXI. Según el rector de la Universidad de las Artes, Ramiro Noriega, “las nuevas bibliotecas están marcadas por la emergencia de otras relaciones, el modo en que los conocimientos transitan ha variado frente a las bibliotecas que conocíamos en el siglo XX, desde sus soportes hasta su dinámica y su relación con el conocimiento”.

Noriega afirma que este espacio está pensado desde la curiosidad y desde la emoción, como un espacio que busca conectar sentidos. “Y pienso forzosamente en la Biblioteca de Babel de Jorge Luis Borges en la que cada hexágono está conectado con otros hexágonos y que al final todos juntos son el universo que el personaje está buscando. La biblioteca es uno de los elementos centrales de la vida académica, pero entendemos que no tiene sentido sin una relación con la comunidad y con lo internacional, con lo que está más allá de nuestras naciones”, dijo al referirse a la conexión de este futuro espacio con su entorno, en la ciudad. (I)

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