Diversas danzas formaron una hafla
Un encuentro de danza atrajo la atención de los transeúntes que circulaban, el pasado viernes, por la zona de El Fortín, del Malecón. Ese claro de cemento, ubicado entre Las Peñas y el Centro Cultural Libertador Simón Bolívar sirvió de escenario para que -a partir de las 20:00- un grupo de bailarines mostrara piezas rítmicas pertenecientes a culturas tan variadas y distantes como la tribal, la afro, la tailandesa, la árabe y la sufí.
El espacio para bailar estaba delimitado por pequeñas piedras que formaban un círculo. Este perímetro generaba respeto entre los curiosos que antes de que empezara el evento, poco a poco, se agruparon en la zona. Algunos sentados en el borde de dicha circunferencia y otros de pie, todos esperaban con ansia que empezara la “Hafla junto a la ría”, como se designó a la exhibición.
“Una hafla es un encuentro de danzas orientales y por extensión de danza tribal”, explicó la principal organizadora, María Verónica Moreira, conocida también como Amaru. El círculo –según el promotor cultural Cristian Levi- sirvió como una forma de reunir energía en la zona, mientras se preparaban las bailarinas y mientras hacían sus coreografías.
La primera en salir a escena fue la propia Amaru. Con el abdomen descubierto y un símbolo precolombino pintado sobre él, la mujer mostró movimientos suaves, ondulando su torso y privilegiando el uso de sus brazos. Una flauta y un palo de lluvia marcaban su compás, mientras parecía sumergida en un trance soporífero. Su estilo pertenecía a una tradición tribal, caracterizada por -según indicó luego- fusionar varios géneros, “como la danza del vientre, la clásica de la India, la afro, el flamenco, la tailandesa y el hip hop”.
Cuando Amaru finalizó su intervención y se sentó en el piso, Carolina Pepper tomó su lugar y expuso una coreografía de corte tailandés. Con movimientos más mecánicos y el rostro inmutable, Pepper no sedujo al público tanto como lo hizo la siguiente bailarina, Zaida Friere, quien participó con el estilo árabe. Freire, vestida con una larga falda blanca y un velo, expuso una sensualidad que cautivó a los espectadores por la forma en que movía el cuerpo, a ratos rápido y a ratos más parsimoniosamente, pero siempre provocativa.
Tamara Ortega exhibió un estilo calificado de “antropológico” por el empleo de posturas inspiradas en estudios del pasado, pero la danza más novedosa de la noche, al menos para este medio, fue la que hizo Julio Huayamave: la sufí. Girar y girar sobre su propio eje durante varios minutos, haciendo que una especie de falda larga que vestía se suspendiera en el aire formando una circunferencia, fue el componente principal de esta expresión cultural de ascendencia turca.
Los asistentes del encuentro también formaron parte de la sesión de baile. En la mitad del espectáculo, Amaru y las demás participantes invitaron a algunos miembros del público a ser parte de la hafla. Unos más seguros que otros, todos los espectadores que entraron al círculo siguieron el libreto y danzaron junto a las protagonistas. Al final, tanto concurrentes como bailarines tomaron una de las piedras que estaban en el piso y marcharon en caravana para arrojarla a las mansas aguas del Guayas.