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El intelectual y escritor francés falleció la madrugada del martes en París

André Glucksmann o la insolencia útil

En 2000 publicó La tercera muerte de Dios, un libro en el cual se trastocan varias temáticas de su obra. Foto: http://img.20mn.fr/
En 2000 publicó La tercera muerte de Dios, un libro en el cual se trastocan varias temáticas de su obra. Foto: http://img.20mn.fr/
11 de noviembre de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

André Glucksmann (Boulogne-Billancourt, 1937) conformó el grupo que a mediados de la década del 70 empezó a denominarse los Nuevos Filósofos junto a Bernard-Henri Lévy y Christian Jambet.

Era seguidor de Sartre, Aron o Foucault. Pero su generación se decepcionó del marxismo y por su parte Glucksmann escribió Ensayo sobre el Estado, el marxismo, y los campos de concentración.

La publicación se convirtió en un emblema del movimiento. Arrastraba con su participación en la agitación de mayo de 1968, cuando los estudiantes denunciaban la tiranía soviética. A ello se sumó la aparición de los filósofos en los medios de comunicación, como un ejercicio de simulación de los políticos ante la sociedad.

La importancia de la obra de Glucksmann radicaba en la urgencia de pensar en el totalitarismo. Sus publicaciones desde entonces conectan la historia con el aporte de respuestas.

Glucksmann fue hijo de judíos austriacos, militantes sionistas de izquierda. Procedían de Palestina y se enrolaron en la Internacional Comunista hacia 1933. Durante el nazismo su padre se negó a usar la estrella amarilla que permitía diferenciar en el espacio público a los judíos. Cuando Glucksmann tenía 4 años, la familia logró escapar de un vagón de tren que debía conducirles a un campo de concentración. Su madre se puso a gritar a los demás detenidos lo que les esperaba, hasta que los agentes la apartaron y sacaron a la familia del vagón. “Ese día aprendí la primera lección de mi existencia: que la insolencia y la verdad sirven para algo”, reconoció después, según publica diario El País, de España.

Para él, un intelectual debía ser siempre “un profeta del desastre”, un visionario “capaz de vaticinar, en la propia semilla, la flor venenosa”.

En 2000 publicó La tercera muerte de Dios, un libro en el que, según varios críticos, se trastoca la línea de toda su obra. Tras los sucesos que derrumbaron las Torres Gemelas en Estados Unidos, publicó Dostoievski en Manhattan. Se trata de un análisis del terrorismo siguiendo la línea de la historia literaria y filosófica de la civilización.

“André Glucksmann llevaba en él todos los dramas del siglo XX. Hijo de refugiados en los años 1930, conoció el destino de los niños judíos escondidos durante la Segunda Guerra Mundial”, escribió el presidente francés François Hollande en un comunicado, a modo de homenaje.

En 2007 defendió a Sarkozy, asegurando, no sin ironía, que era el candidato “más a la izquierda” de ese momento. Fue un maestro de la indignación, aunque también de la ambigüedad ideológica. Era combativo en muchos momentos, y al mismo tiempo tenía una gran habilidad para nadar y guardar la ropa. (I)

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