Creo que los procesos de evaluación y acreditación deben mantenerse, ya que es necesario velar por la calidad de la Educación Superior Ecuatoriana, máxime cuando nos encontramos en un mundo tan altamente competitivo, en donde también hay una gran proliferación de centros de educación, llámense Tecnológicos Superiores o Universidades.
También es cierto que hay una necesidad imperiosa de la obtención de títulos que acrediten conocimientos, prácticas, experiencias y por ello la matrícula es siempre más demandante, inclusive más allá de lo que estos centros pueden absorber y aceptar.
Por ello existe siempre un número grande de bachilleres que sienten frustradas sus aspiraciones de ingreso, sobre todo al segmento de la educación pública y a las carreras más cotizadas y más demandadas.
Acaba de concluir en días pasados, el proceso de acreditación de las Universidades ecuatorianas. La mayor parte de ellas pasaron exitosamente esta exigencia y deben continuar en la búsqueda de la excelencia.
Unas pocas no lo consiguieron, sin embargo continuarán abiertas. Creo que esa es una buena decisión, siempre y cuando se coloque en todas las publicidades y promociones de esas universidades, su condición de NO ACREDITADAS, de tal manera que sus futuros estudiantes lo sepan, y no constituya para ellos una noticia desagradable cuándo obtengan su titulación.
Otro tema que es importante, es que la condición de no acreditadas debe tener un plazo, con la exigencia de que tengan un plan de mejoramiento, de contingencia, de mejora con vistas a la acreditación; solamente ahí se irá ordenando el sistema y se exigirá a todas las universidades una mayor preocupación, no solo por cumplir los requerimientos, sino por ofertar a sus estudiantes, de los diversos niveles una educación pertinente, apropiada, acorde con lo que el mundo y el país exigen.
Toda persona tiene derecho a la educación, a soñar con mejorar sus condiciones de vida gracias al acceso a la educación de calidad. (O)