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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

Tormentas

19 de octubre de 2021

Estoy mirando imágenes de los estragos que las tormentas causan en la India, recuerdo las riadas que en ocasiones causan las lluvias excesivas en la ciudad de La Paz, con una fuerza tal que arrasan todo a su paso, pienso también en las inundaciones que de tiempo en tiempo se producen sobre todo en la costa y en la amazonia ecuatorianas y continentales, pero también en las situaciones que causan las lluvias, el granizo, cuando caen con fuerza inusitada en las zonas del callejón interandino, incluida la capital de los ecuatorianos.

 

Es la fuerza de la naturaleza la que actúa, tememos que, en los tiempos actuales, dada la sobrepoblación mundial y la sobreexplotación de los recursos que nos ofrece la naturaleza, ésta se toma una especie de revancha y los episodios de alteraciones climáticas son cada vez más frecuentes, más fuertes y, por lo tanto, afectan más a las ciudades, a los seres humanos que en ellas viven.

 

Pero también sentimos que hay otro tipo de tormentas, que también menudean y se activan, a veces obedeciendo a causas visibles, otras que se incuban con el paso de los tiempos y aparecen con ímpetu marcado en los momentos menos esperados.

 

Tuvimos una demostración de la fuerza de este tipo de tormentas en octubre de 2019, en Ecuador y en otros países de la región, hemos visto que ni la pandemia pudo detener en el 2020 el surgimiento de protestas en algunos países y, por supuesto, este tipo de situaciones son como una especie de espada de Damocles que pende sobre los gobiernos de turno y sobre los habitantes de cada circunscripción territorial.

 

Las explicaciones menudean, los cientistas sociales se apresuran a hacer análisis sesudos sobre lo que acontece, pero muchas veces estas explicaciones no bastan, tal vez sean la psicología, la sociología las que deban ensayar las respuestas, luego de la investigación respectiva.

 

Habrá que analizar qué está pasando en la mente de quienes protestan, ver el origen de las mismas, que sin duda obedecen a necesidades, a descontento, pero probablemente hay algo más, en esa desesperanza generalizada, la incertidumbre de los tiempos, las preocupaciones cuotidianas, la carencia de un norte que ilumine las actuaciones de los conglomerados sociales.

 

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