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El Telégrafo

Repensar desde la izquierda

06 de abril de 2011

En estas páginas de opinión, Orlando Pérez, en tres entregas, hizo énfasis al rol de la izquierda ecuatoriana en esta etapa contemporánea. Desde la crítica y la autocrítica inmanente en todo adherente a un proyecto político progresista, el periodista efectuó una breve retrospectiva de las debilidades, taras y complejidades expresadas por esta corriente ideológica en las últimas décadas, en donde sigue latente el derrocamiento de los ex presidentes Abdalá Bucaram (1996), Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005), todos ellos con un denominador común: gobiernos configurados a partir de la venia neoliberal y/o populismo entreguista a intereses de grupo y aperturistas a los designios del capitalismo.

De esta experiencia de movilización y resistencia popular, se desprende la casi nula respuesta de la dirigencia de izquierda para irrumpir con alternativas programáticas, en circunstancias históricas en la orientación política nacional, ejemplificando así, su desconexión con el país real.

Esa falta de sintonía puede explicarse a partir de la actitud divisionista de los partidos de dicha tendencia, por el desgaste de ciertas cúpulas dirigenciales, el agotamiento de la dinámica obrero-sindical, la falta de representatividad en el movimiento social, el desgaste en el contenido del mensaje retórico, el sectarismo a la hora de actuar en unidad, el desinterés en la innovación de las estructuras orgánicas y en la preparación de nuevos cuadros y liderazgos. Y la presencia de los pueblos y nacionalidades indígenas en la esfera pública, con agenda propia.
“Ser de izquierda obliga una demanda permanente por la profundización de la democracia en todas partes del mundo: mayor participación ciudadana, pluralidad, tolerancia, reconocimiento de los derechos de las minorías y ejercicio pleno de las libertades”, sentencia Pérez. Y eso es lo que a ratos ha carecido nuestra izquierda. Circunscrita a la participación electiva, en una democracia formal que no ha respondido a las grandes demandas ciudadanas.

De eso está contaminada la izquierda ecuatoriana; del juego del sufragio y de las campañas electorales; actividad que no sería reprochada sino fuera por su reduccionismo a la plataforma discursiva clientelar. Sin diferenciarse del resto de de la política tradicional. En el recuerdo colectivo está la intervención de agrupaciones de izquierda en la caduca práctica del reparto de espacios en la Cosa Pública, del cálculo partidario en el ex Congreso Nacional y donde tuvieron cuotas.

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