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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Qué puede unir a la oposición que no sea su anticorreísmo crónico?

07 de enero de 2016

Insisten tanto que ya suena a un grito desesperado. Tanto también que un exalto dirigente de AVC y columnista invitado regular de un diario comercial no dudaría en aceptar la candidatura de Jaime Nebot, para unir a la oposición y desterrar del país todo lo que huela a ‘correísmo’.

¿Lo único que les puede unir es que Nebot sea el candidato presidencial de 2017? Pero si ayer y en todas las entrevistas reitera que no se va a presentar. Entonces, ¿qué más puede forjar ese ‘gran frente de unidad’ por el que abogan desde Lourdes Tibán, Marcelo y Gustavo Larrea, Andrés Páez, Guillermo Lasso, Paúl Carrasco, Mauricio Rodas y Enrique Ayala Mora?

En la práctica les va a unir la desesperada necesidad de contar con una mayoría en la próxima legislatura. Pero en esa posibilidad también hay riesgos y apetitos voraces, además de inversiones ya realizadas desde una chequera gorda, cuyo dueño, como buen contador, sabrá poner a quien le pagó y con quien invirtió suficiente dinero. Ese ‘contador’ sabe que hay ultraopositores de última hora que se han subido a la camioneta pensando que les llegó su oportunidad y hoy aparecen como los derechistas más militantes y orgánicos (aunque se autocalifican de demócratas, como ese columnista del diario comercial).

De verdad no la tienen fácil. Basta con recorrer la trayectoria de quienes postulan la necesidad de la unidad para saber que cuando la nombran lo primero que salta es la disputa, el personalismo, el particularismo y, por tanto, ninguna posibilidad de ceder. Toman como ejemplo, incluso, todo lo ocurrido en Venezuela y saben que soldar la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no solo pasó por depurar a algunos cuasiterroristas, dejar de lado a algunas figuras de la era neoliberal y también agachar la cabeza ante los financistas y, ¿por qué no?, al jalón de orejas de cierta embajada. Todo eso sin contar el asesoramiento externo donde hay de todo y con muchos intereses de por medio.

Pero lo fundamental no lo han dicho: ¿en esa unidad qué modelo político, económico, social y cultural puede integrar a indigenistas, ecologistas, empresarios, izquierdistas puros, socialdemócratas reencauchados, gutierristas, exsubversivos, roldosistas, sindicalistas y esa otra cola larga que se llama periodistas libres e independientes? ¿Qué harán con la Constitución y las leyes aprobadas en todos estos años? ¿Sostendrán el gasto social como ofreció Mauricio Macri y lo primero que hizo fue revisar todas las líneas de financiamiento, o como lo hizo acá el otro Mauricio con todos los programas del Municipio de Quito?

La verdad, solo tienen un objetivo: desmontar el ‘correísmo’. Pero ese ‘correísmo’ tiene unas interpretaciones para Guillermo Lasso, otras para Lourdes Tibán, unas menos claras para Alberto Acosta y mucho más claras para un Lucio Gutiérrez o Salvador Quishpe. Entonces, si ese fuese el único propósito, ya sabemos dónde podría terminar y hasta dónde les podría durar el afán de unidad que ahora exhiben en todas partes con una cara de ‘yo no fui’.

La oposición que exige transparencia debería decirnos sobre qué bases y con quién mismo habrá unidad. Cómo será de difícil (a pesar del entusiasmo que ciertos entrevistadores encuentran en cada consigna) que las supuestas reuniones unitarias se hacen a escondidas para no saber quiénes entran, cómo salen y cuánto tiempo después se vuelven a ver. (O)

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