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El Telégrafo

¿Por qué tiene cabida Alianza PAIS? (I)

03 de abril de 2012

Las razones de la crisis estructural y de identidad  que vivió la nación ecuatoriana antes de entrar en acción Alianza PAIS quedan claramente definidas cuando se observa que jamás hubo un intento de analizar, con rigor científico, a los diferentes gobiernos que pasaban por el Palacio de Carondelet.

Parece que hubo un acuerdo entre los dueños de los mal llamadas partidos políticos, para asaltar de manera alternada las arcas fiscales, y también para  propender al exterminio del sentimiento de patria.

Jamás, a ningún insensato politicastro se le ocurrió que era saludable someter a examen, discusión y juicio la obra social, económica y política del Gobierno que terminaba su mandato.

Todo se resumió a borrón y cuenta nueva. De manera repetitiva y aburrida,  cada cuatro años se inauguraba el país ante la indiferencia del pueblo, y la gran expectativa de lucro de los gobernantes recién inaugurados.

Nunca existió objetivo nacional alguno. Y, al igual de todo pueblo que carece de objetivos nacionales, fatal e inexorablemente, nos convertimos en un pueblo corrompido. Hubo momentos que se pensó era inmedicable esa enfermedad.   

Creyeron que fiscalizar con ética y responsabilidad era muy mal precedente. Un petardo que podría reventarles en la cara, cuando dejaran de ser poder. Y solo se dedicaron a satisfacer venganzas personales, castigando de muy variadas maneras a los ex funcionarios públicos que impidieron a sus amigotes o familiares realizar algún millonario negociado.

Todas las universidades fueron sordas, ciegas y mudas al acontecer nacional, preocupadas únicamente por reelegir indefinidamente a sus mediocres rectores. Las diversas facultades que componen  esa institución se mudaron a una lejana  latitud geográfica, que no permitía verlas ni oírlas.

Cuidado en nombrar las hordas del MPD, porque  jamás puede llamarse lucha universitaria. Sencillamente tuvieron suerte de encontrar jueces corruptos para quedar impunes de los infames abusos que cometieron.

Igual a los buenos escritores, que no mojan su pluma en el tintero sino en la vida, el gran líder de Alianza PAIS, Rafael Vicente Correa Delgado, en un evidente auto de fe para días mejores, enardecido por la abulia generalizada, habló al pueblo con la verdad y con el corazón. El efecto fue inmediato y apoteósico. Logró poner de  pie la autoestima y la esperanza de los ecuatorianos y ecuatorianas, impulsándolos  a marchar adelante con paso vivo.

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