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El Telégrafo

Piratas en el Golfo

16 de junio de 2011

En 1968, cuando fallecía su gobierno, Otto Arosemena Gómez, el noble patricio guayaquileño, hizo entrega del Golfo de Guayaquil (millón y medio de hectáreas) al consorcio norteamericano ADA, por los siglos de los siglos. Amén. La entrega se hizo a precio de gallina enferma y en medio de una disputa a dentelladas entre ADA y unas cuantas multinacionales más, igualmente yanquis. En estricta verdad, ADA era un fantasma. Nunca se constituyó legalmente. Quien no tenía nada de fantasma fue Shannon Wolfe, gringo aventurero que olió petróleo y se vino al Ecuador a las volandas. Aquí reunió a seis ilustres desconocidos que apenas conocían el olor de la gasolina y que carecían de fondos hasta para construir un pozo séptico, no digamos un pozo petrolero que cuesta millones de dólares. Estos personajes, contratados por un puñado de monedas, suscribieron sendas peticiones solicitando la concesión de seis bloques en el Golfo, lo que les fue otorgado de inmediato por el ministro de Industrias, Galo Pico Mantilla, con la habilidosa gestión del doctor Oswaldo González Cabrera. En seguida, Wolfe se hizo traspasar las seis concesiones, traspasándolas a su vez a unas cuantas compañías de su país, que se asociaron bajo el fantasmal paraguas de ADA. En ese punto, Jaime Galarza denunció el atraco en su libro El festín del petróleo, la Universidad Central recogió la denuncia y la presentó al Tribunal Especial Segundo formado por la dictadura del general Rodríguez Lara; el Tribunal condenó a Pico Mantilla a cinco años de cárcel por este turbio negociado,  de lo cual se libró al huir  a Venezuela,  retornando años después para aterrizar en la presidencia de la Corte Suprema de Justicia, con el auspicio directo y descarado del dueño del país, conocido también con el nombre de León Febres-Cordero. Quienes sí dieron con  sus huesos en el penal García Moreno fueron los ilustres desconocidos, por el delito de dejarse embaucar por el gringo de marras y los vivísimos traficantes del Golfo. El gobierno militar anuló las concesiones del Golfo hasta que Sixto Durán-Ballén, otro mandatario derechista y oligárquico, en los últimos días de su gobierno, julio de 1996, hizo entrega de uno de los bloques de ADA, el número 3, a otra empresa norteamericana: EDC (Energy Development Co.), la que construyó su base al sur de la isla Santa Clara, en aguas de la provincia de El Oro, desde donde tendió un gasoducto hasta Bajo Alto, población pesquera y balneario de la misma provincia. Aquí EDC montó una planta de energía eléctrica denominada Machala Power,  accionada con el gas del Campo Amistad, situado dentro del mentado Bloque 3.

En estos días el gobierno del presidente Rafael Correa decidió tomar para el país el complejo EDC-Machala Power, lo que es un buen anuncio para la soberanía nacional, aunque hay detalles importantes que deben ser analizados, lo que por nuestra parte  haremos la próxima semana. En cuanto a la historia completa del célebre caso ADA, figura en otro libro nuestro: Piratas en el Golfo. Una historia para no olvidar.

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