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El Telégrafo
Marco Villarruel

El cuarto de guerra (1)

22 de julio de 2019

Un cuarto de guerra lo tienen los grandes partidos políticos o las grandes campañas sociales-comunicacionales, que manejan enormes recursos. No es una oficina de resolución de crisis mediáticas o políticas. Es un espacio donde incluso se tejen las campañas de guerra sucia.

Y todo eso instaló y lo hizo funcionar Rafael Correa a través de su partido Alianza PAIS, lista 35, durante los diez años que duró su mandato, así se deduce de los documentos incautados a Pamela Martínez y Laura Terán, exfuncionarias de alto nivel del régimen anterior.

El cuarto de guerra correísta fue el instrumento que le permitió armar la más poderosa y efectiva campaña de propaganda política de la historia ecuatoriana, que manejó no menos de

$ 300 millones durante los diez años, según las estimaciones de la Contraloría General del Estado.

El aparato estuvo dirigido por los hermanos Alvarado-Espinel, expertos en la comunicación publicitaria y política. Eran (y son) propietarios de empresas publicitarias y de varias estaciones de radio en todo Ecuador.

A lo largo del tiempo tuvo la asesoría de expertos extranjeros. Por ejemplo, de los mexicanos José Adolfo Ibinarriaga y Roberto Trad, entre otros. Según Decio Machado, la consultora mexicana Cuarto de Guerra fue la encargada de transformar el perfil marcadamente irascible del mandatario ecuatoriano en una suerte de “pasión por la Patria”.

De allí salieron las sistemáticas campañas mediáticas contra sus rivales. Así como las líneas generales de los discursos sobre temas políticos, como lo de la partidocracia, y particularmente sobre temas internacionales, y de posicionamiento nacional y permanente de la imagen de Correa (siempre estuvo en campaña electoral). (O)  

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