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El Telégrafo
Diane Rodríguez Zambrano

Mi feminismo, el de todas y el de ellos

08 de marzo de 2016

El feminismo goza a nivel mundial de amplios estudios académicos, cuyo meollo principal es la búsqueda de la equidad entre hombres y mujeres.

Ser mujer ya no solo representa adoptar una lucha social en el siglo 21 sino, una lucha interna al propio movimiento feminista. El que aún persista el machismo en nuestra sociedad ha provocado la contaminación de parte del feminismo.  

Los nuevos retos que enfrenta el movimiento feminista ya no es hablar de nosotras, sino de ellos y por sobre todo incluirlos en nuestros debates. No se puede buscar equidad social desde la opinión y la postura académica de un género.

Las imposiciones más frecuentes ocurren como el no permitir que hombres heterosexuales, homosexuales o personas trans sean los portavoces del feminismo. Utilizarnos para el relleno de sus actividades y no para dirigir sus conferencias o deconstruir en conjunto el patriarcado, se trata de una actitud propiamente machista. Crear un mundo desde una sola óptica es apuntar hacia un mundo ya no patriarcal sino matriarcal.

El feminismo real es aquel que no le importan tus genitales, qué hormonas produces o dejas de producir, de qué género provienes, dónde estás, hacia dónde vas, ni dónde deseas siempre transitar. Ninguna restricción ideológica, lingüística, corporal o kinésica forma parte del feminismo. Lo que importa es que seas humano.

El feminismo tampoco es patrimonio de las mujeres; lo que sí es, fue y será es el impulso de las mujeres que buscan una sociedad equitativa que hace partícipe de mí, de todas y de ellos.

El lenguaje y las acciones construyen. Conmemoremos la nueva generación del feminismo con acciones, como lo pretendemos hacer este sábado 19 de marzo en el Parque Centenario de Guayaquil a las 16:00. Es una invitación de la “Marcha de las Putas y Putos” de Guayaquil.

Si te asusta más el insulto que la violencia de hoy, no puedes dejar de venir.

Queremos días de paz, menos muertes por violencia de género, menos razones para imponer el machismo desde cualquier génesis y menos silbidos porque no somos perros.

La equidad empieza desde el hogar, donde no se castigue a la mujer por cometer las mismas acciones que cometen los hombres, sino por hacerles partícipes a ellos también, de lo que implica ser justo o no, sin importar el género. No podemos gritar justicia sin coger de la mano a los hombres heterosexuales, homosexuales y personas trans.

El feminismo ha encontrado días mejores para las mujeres, pero es momento de que encuentre días aún mejores para todas y todos, tal como rezan sus postulados.

Compañeras y compañeros, el nuevo reto del feminismo es que no debe inmutarse ni impacientarse por su propia deconstrucción, por el contrario, debe agitarse y rebozarse al plantearse el ejecutivo de su discurso.

Somos la nueva generación del feminismo. ¡Todas y todos somos bienvenidos!   (O)

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