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El Telégrafo
Bernardo Sandoval Córdova

Medicina, responsabilidad y pseudociencia

31 de octubre de 2021

Parecería obvio que el ser profesional impone grandes responsabilidades, una de ellas es la de informar bien.  El informar bien implica tener conciencia y conocimiento.  De hecho, parte de la ética médica es tener conciencia de las limitaciones propias, entender el nivel de la propia competencia y no hablar de lo que no se tiene idea, peor aún en público y ejerciendo la actitud de un manifiesto.  Escuché decir, en un evento patrocinado por la Defensoría del Pueblo que el Estado tiene que hacerse responsable por los efectos indeseables de las vacunas o que las propias farmacéuticas deberían hacerse responsables por los efectos adversos de las vacunas.  Enhorabuena hay farmacéuticas porque si esperaríamos que los Estados resuelvan la creación de las vacunas, habríamos que tenido que esperar mucho más para enfrentar a esta devastadora pandemia de Covid 19.  Es difícil creer que hay personas que no entiendan que el disponer de vacunas, que fueron desarrolladas con mucha rapidez, es una bendición frente a una pandemia que ha provocado más de 5 millones de muertes.   Que alguien no quiera vacunarse, en una era en la que la información científica es abundantísima y el escrutinio académico es muy intenso, es una necedad.  Los médicos tienen la obligación, como efectivamente lo hace la abrumadora mayoría, de promover, fomentar, recomendar, estimular la vacunación.  La evidencia de más de 200 años es incontrovertible.  Ninguna intervención de salud pública ha evitado más muertes que la vacunación.  Por ventaja, en nuestro país, la mayoría de la gente cree en las vacunas y la mala propaganda de los pseudocientíficos no ha tenido mayor eco. 

Se ha dicho que este proceso de vacunación es terapia génica, es decir alterar el contenido genético, sustituyendo un gen, por otro.  Esto es absolutamente falso.  Las vacunas de ARN, Pfizer y Moderna lo que hacen es introducir un fragmento específico de ARN mensajero para que el cuerpo humano desarrolle las proteínas de la espícula del virus SARS CoV 2 para que, el propio organismo humano active a células linfáticas para que destruyan directamente al virus que en un momento ingrese o cree anticuerpos que, igualmente, destruyan al virus que ingrese al cuerpo en algún momento futuro.

La FDA, reconociendo la evidencia existente ha aprobado la administración de la vacuna de Pfizer BioNTech para niños de 5 a 11 años.  La votación en el panel de decisión de la FDA fue de 17 a 0.  Un esfuerzo de los médicos por la ciencia frente a la pseudociencia y la mentira.

El Estado ecuatoriano, a través de su gobierno, debe seguir adelante y no reducir la intensidad del trabajo de vacunación.  Si el éxito de los primeros cien días fue notable, sería lamentable que los esfuerzos se diluyan. Aún faltan cinco millones de ecuatorianos por recibir un esquema completo y a ellos hay que privilegiar sobre los que están por recibir un refuerzo.

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