El Manifiesto Comunista de K. Marx y F. Engels fue la primera obra conocida en Ecuador y solo a partir de 1910. Con la Revolución Rusa (1917) se difundieron textos de Lenin. Y en esas escasas fuentes se formaron los primeros marxistas, que fundaron el Partido Socialista (1926) y después el Comunista (1931).
Ambos partidos desplegaron una labor admirable para organizar a trabajadores, campesinos e indígenas.
En la década de 1960, la Revolución Cubana (1959) y el conflicto chino-soviético influyeron en la división de los grupos marxistas, entre los que surgieron URJE, PSRE, MIR y el PCML (prochino); y en los 70 se multiplicaron. Todos disputaban la pureza marxista, la línea política correcta y la verdad revolucionaria.
Hasta fines de los años 80 el marxismo adquirió prestigio intelectual, porque lo mejor de la ciencia social ecuatoriana provino de investigadores marxistas.
El derrumbe del socialismo y la debilitación mundial del marxismo desmoronaron a las agrupaciones ecuatorianas, de modo que en 2006 los partidos, dirigencias y hasta movimientos sociales influidos por ellos, habían perdido su antigua significación social y política. Los principales líderes estaban integrados a la ‘partidocracia’, como se evidencia en sus actuaciones en los congresos. No es cierto, por tanto, que desde 2007 se ‘acabó’ con la izquierda y se ‘liquidó’ a los movimientos sociales. La historia real contradice esas interpretaciones.
En todo caso, el partidismo marxista tradicional rompió con el ‘socialismo del siglo XXI’, no solo por razones ideológicas, sino porque las reformas emprendidas por el gobierno de la Revolución Ciudadana afectaron antiguas prebendas e intereses de esas izquierdas.
El marxismo político se reduce a la militancia. Los seguidores teóricos son incuantificables; pero el activismo y el discurso anticapitalista lucen radicales e inspiradores. Sin embargo, durante las últimas décadas, el viejo partidismo marxista no ha podido generar la alternativa ‘histórica’ que ofrece, ha perdido legitimidad social y hoy es electoralmente irrelevante.
Hay pocos académicos marxistas destacables; pero demasiados escritores panfletarios y analistas políticos, en los que predomina el dogmatismo interpretativo, la ideologización de la realidad que termina por tergiversarla, y el manejo repetitivo del mismo esquema conceptual, con todo lo cual se suplanta a la investigación rigurosa y empíricamente fundamentada, que exige el pensamiento científico.
En la polarización electoral del presente, las organizaciones de izquierda y del viejo partidismo marxista agrupadas en el ANC han convocado a votar por el banquero neoliberal Guillermo Lasso en la segunda vuelta presidencial (2/abril/2017). Los intelectuales que dan fundamentos teóricos a esta posición sostienen que se enfrentan dos derechas y que, en definitiva, la bancaria permitirá recobrar la democracia supuestamente perdida.
De este modo, el sui géneris nuevo marxismo probancario de Ecuador ha creado una línea de pensamiento y acción que representa una corriente inédita en la historia del marxismo latinoamericano. (O)