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El Telégrafo
Horacio González

Marx en el neoliberalismo

05 de abril de 2018

Todos los gobiernos del neoliberalismo mundial se aprestan a festejar el bicentenario del nacimiento de Marx, cuando ya lo creen “perro muerto”, según la expresión que el mismo Marx les dedicara a los que creían que disecándolo se iban a librar tan fácilmente de Hegel. Parafraseando al Manifiesto Comunista, “todas las potencias de la vieja Europa se han unido en una santa alianza para acorralar a ese fantasma: el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales de Francia y los polizontes de Alemania”. ¿Algo ha cambiado? No sabemos qué dirá el Papa, casi la única figura subsistente de esas entidades históricas que menciona el Manifiesto.

No puede predecirse nada, pero seguramente Francisco –que no es marxista– tratará su diferencia con Marx sin embalsamarlo ni convertirlo en un gracioso bitcoin académico. Pero la Santa Alianza del Neoliberalismo tiene preparados sus cosméticos, aquellos que el mismo Marx condenara en El 18 Brumario como teatralización de la historia, modo representacional repetitivo equivalente a la infinita duplicación de la “comedia”, vista aquí como enemiga del ser trágico de las cosas.

No es que no haya problemas interpretativos respecto de las nociones de  tiempo histórico –lineal o circular– que están implícitos en Marx. No ceden los estudios sobre este tema. Pero otra cosa propone la intelectualidad neoliberal mundial, que arroja las obras de Marx “al desván de los trastos viejos junto a la rueca y el hacha de bronce”, para ofrecérselas al rigor desencantado de los especialistas. No obstante, como toda teoría de la historia, la historia misma reacciona de diversas maneras sobre ella. ¿Cuándo no fue así?

Incluimos entre estas reacciones el film de Alexander Klüge sobre El Capital. Lo subtitula “noticias de la antigüedad” y, a pesar del desafío que implica, esa antigüedad revierte sobre el núcleo de arcaísmo que hay en cualquier relación actual, sea de un texto con su lector, sea de un actor con su obra de teatro, sea de un símbolo cualquiera con aquel que lo recuerda o lo invoca, sea con el modo en que el mundo sigue vivo gracias a cómo despierta sus fantasmas.

La mercancía en Marx tiene sin duda un secreto teatral. Otra cosa es que los teatros en tanto museos ahora tomen su aniversario para convertirlo en un cartapacio de coleópteros del fin de la historia, coleccionados con alfileres sobre un telgopor. (O)

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