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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

Mafalda no quiere volver a la escuela

16 de diciembre de 2020

¡Hasta que se le hizo a Mafalda! Quién no vivió en su infancia el sueño de que el lunes se produjera una catástrofe y no tuviera que ir a clases. Quino, ese caricaturista filósofo, tenía como uno de sus temas principales, la crítica a la escuela tradicional. Recuerdo esa viñeta en la que Mafalda dirigiéndose a la escuela, siente que sus zapatos comienzan a mojarse con la corriente de un río. Sorpresa inmensa al ver que este, era alimentado por las lágrimas de todos los niños porque no querían estar en clases.

Quino caricaturiza con extraordinaria precisión una escuela distante de los intereses de los niños y jóvenes. Facundo Cabral decía que quien no trabaja en lo que le produce placer, es un desempleado. Extendería la sentencia para la escuela diciendo que quien no estudia lo que le apasiona, es un ignorante.

Desde que los franciscanos fundaron el primer centro educativo en 1551, el de San Juan Evangelista, niños y jóvenes asisten de manera presencial a “recibir clases”. Igual que hace quinientos años, no nos atrevemos a pensar que la educación no sea presencial.

Han pasado casi quinientos años y ya es hora de generar un cambio real en el sistema educativo. Comencemos a pensar que el primer sacrificio debería ser la presencialidad a favor de la educación virtual. El Estado debe invertir en conectividad y equipar tecnológicamente a todos los estudiantes. Este subsidio redundaría en la productividad a mediano plazo. 

Volver a las aulas para hacer lo que venían haciendo no tiene sentido. Resultaría más eficiente y efectivo iniciar, aunque con errores, el cambio de paradigma educativo. Sería una excelente elección destinar este tiempo para generar procesos de capacitación, seguimiento y evaluación de todo el sistema en la modalidad virtual. La educación virtual ya está presente desde hace más de 10 años. Si no, díganme ustedes si no han utilizado plataformas como YouTube para aprender de manera permanente y continua “lo que les interesa”.

Al igual que Mafalda, los maestros tampoco quieren volver a la escuela. Es lógico que no quieran volver porque no hay la infraestructura básica que garantice su supervivencia ni la infraestructura tecnológica necesaria.

Quizá Mafalda no quisiera volver a la escuela, preferiría una educación que se adecue a sus intereses y necesidades. Quizá preferiría una educación virtual de calidad a tener que volver a la educación tradicional.

 

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