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El Telégrafo
Paola Ulloa. Máster en comunicaciones

Los viejos políticos sin calzar en la social media

14 de octubre de 2017

La tarima como escenario político está desactualizada. Ahora esta no está más en el barrio, o por lo menos ya no aparece allí con tanta frecuencia y con tantos seguidores como en las décadas de 1980 y 1990. Ahora, el nuevo escenario de los políticos de Ecuador es Twitter y Facebook. En esas redes sociales se libra la contienda electoral, las disputas ideológicas; también salen a flote las tesis cristianas, el odio, la cosificación de la mujer y otras perlas que tiene nuestra política local.

La tarima que muchos prefieren es Twitter. Y sobre ese escenario se ha dado paso a la política 2.0; muchos amenazan, otros se pelean, otros van a los barrios de tolerancia y se toman fotos con las trabajadoras sexuales, vestidas con pocas prendas y de paso refuerzan esa imagen caduca de macho latinoamericano. De esta manera denigran aún más a sus seguidoras. Es la política 2.0 que en los últimos cinco años ha ganado terreno, pero que aún no logra los adeptos que tenía la vieja tarima de la década de 1980 que era parte de nuestra esfera pública.

Los políticos migrantes digitales no logran superar la brecha digital que los separa de esos millones de usuarios de redes sociales que no los aceptan como sus líderes y que solo los dejan ser twitstars o los protagonistas de los memes que recorren los muros de los tuiteros o de los usuarios de Facebook.

Una tibia estrategia en redes sociales se vivió en las elecciones presidenciales. Los políticos no logran establecer un diálogo con el electorado a través de los medios digitales. Se comportan en los medios digitales de la misma forma que en sus recorridos semanales de obras. Pasan por los nuevos medios sociales vociferando sus verdades, sin establecer un diálogo con sus seguidores. Ejercen una comunicación plana, sin mirar al que ahora está al lado, a su mismo nivel; ya no debajo de la tarima.

Esa pobre estrategia comunicacional que aún está afincada en la tarima y en las estrategias electorales de 1980 no permite que los viejos políticos pasen a ser líderes de opinión de los tuiteros. Pierden la oportunidad de reinventar su estrategia de comunicación porque se niegan a aprender de los más jóvenes, los nativos digitales. Ese colectivo que no está cerca de ellos, sino que los refuta en redes sociales. Un terreno que no es el de los viejos políticos.     

Las nuevas figuras han sobresalido en los últimos años, tuiteros que alzan la voz y se dejan escuchar por sus seguidores, pero incluso ellos no logran ser líderes de opinión, porque los traiciona su ímpetu. Ese sentimiento de discusión de universitarios que no les permite tomar una postura más centrada frente a sus detractores. Esa condición de libertad que da paso a las discusiones subidas de tono en la tuitosfera. Una postura que a ratos los lleva a pensar que la falta de jerarquías en las redes sociales equivale a hablar sin fundamentos, a darle paso a las generalidades y a apoyar a viejos políticos.

Esa es la política 2.0 de Ecuador, una práctica que no termina de despegar y que no sabemos si lo va a hacer porque los expertos digitales no tienen poder de decisión en esos equipos de asesores tan venidos a menos en los nuevos medios. Se trata de una política 2.0 que ya tiene algunos años dando aletazos y que no termina de fluir porque la brecha generacional no lo permite. Mientras tanto, los aletazos de ahogado del proselitismo local serán carne de cañón para los nativos digitales que seguirán dándole otro significante a esas imágenes que terminan siendo memes. (O)

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