En las últimas semanas hemos sido testigos del desastre moral de la ONU y de sus altos funcionarios, comenzando por el Secretario General Antonio Guterres, en lo concerniente a los hechos que se desarrollan en Israel y Gaza, y en especial, a la masacre del 7 de octubre en Israel.
Las últimas declaraciones de funcionarios de la ONU, no son simplemente las proclamaciones antisraelíes a las que estamos acostumbrados. Lo que vemos ahora es algo mucho más siniestro: un humanitarismo selectivo.
Las omisiones y/o declaraciones puntuales del Secretario General y altos funcionarios de la ONU no les sirven ni a las mujeres y niños palestinos ni a los civiles israelíes.
Cuando el máximo ejecutivo de la ONU afirma: “resulta importante…reconocer que los ataques de Hamás no ocurrieron en el vacío”, está legitimando la masacre del 7 de octubre y culpando a las víctimas israelíes por el asesinato, la tortura, la violación y el saqueo que se les infligió. No solo fomentan la barbarie y la violencia, sino que incumplen con la misión de la ONU de promover la paz.
Aunque el Secretario General se lamenta frecuentemente de la grave situación en Gaza, no menciona que Hamás utiliza a mujeres y niños palestinos como escudos humanos, aumentando de forma deliberada el número de víctimas. Tampoco ha reconocido que las infraestructuras militares de Hamás están ubicadas en edificios civiles. Guterres tampoco ha mencionado los bárbaros actos de violencia contra los civiles israelíes el 7 de octubre o el secuestro de alrededor de 240 ciudadanos israelíes y extranjeros a los que la Cruz Roja Internacional no ha podido visitar, violando todas las normas humanitarias internacionales.
Del mismo modo, ONU mujeres, el defensor mundial de la igualdad de género, ha guardado silencio absoluto sobre la violación premeditada sistemática de mujeres y niñas israelíes a gran escala, así como con los actos desenfrenados de violencia sexual y tortura perpetrados por los terroristas de Hamás. Esto, a pesar de haber recibido evidencias visuales de la violencia sexual infligida.
Asimismo, aunque el lema de UNICEF es “Por todos los niños”, aparentemente, los niños israelíes no entran dentro de esta rúbrica. El 7 de octubre, niños y bebés israelíes fueron torturados, quemados, secuestrados y asesinados a sangre fría. Los terroristas de Hamás filmaron y retransmitieron orgullosamente todos los hechos.
UNICEF, en lugar de condenar los horrendos actos, optó por emitir un leve mensaje de “preocupación” tanto “por los niños de Israel como por los del Estado de Palestina”.
Los crímenes de Hamás contra sus propios niños también pasan desapercibidos. La utilización de niños como escudos humanos y el almacenamiento de cohetes en escuelas, hospitales y complejos juveniles no suscitan la condena de la ONU.
Este fracaso moral de la ONU tiene un solo beneficiario: Hamás, y la de su patrocinador, Irán, que buscan la destrucción no sólo de Israel sino de todo el mundo libre.