Desde Eugenio Espejo hasta hoy, la atención para la salud ha estado en manos de actores privados y del Estado como representante de lo público. Lo primero, para quienes podían pagarlo; lo segundo, para quienes no. La atención “médica” (para curar y prevenir la enfermedad) dio paso al reconocimiento interdisciplinario de la “salud”.
Pero la salud no es solo individual sino colectiva, y va más allá de los servicios. Por ejemplo, la “promoción de la salud” se refiere a conocimientos y acciones para el cuidado y mantenimiento de la salud, tanto individual como colectiva, sin que se requieran “servicios”. Es una actitud proactiva para mantener sana la nutrición, la sexualidad, el trabajo y la vida subjetiva, cognitiva y afectiva.
Hoy se pregona una estrecha relación para la curación y rehabilitación de las enfermedades, entre los servicios públicos y aquellos privados que acaso cubren a un 10% de la población, básicamente urbana (aunque en términos financieros constituya un porcentaje mucho más alto), para lograr una mayor equidad, eficiencia y calidad.
La industria relacionada con la salud va más allá de las consultas y atenciones hospitalarias. Está ligada a los medicamentos, equipos, insumos y otros bienes y procedimientos (como los de prepago).
Lo público y lo privado, aunque los dos sostengan que su objetivo es el servicio, se diferencian en que el segundo busca la rentabilidad y la ganancia. Si estas fueran razonables no habría problema en que el servicio de la red pública solicite apoyo de la red privada o complementaria. Pero esta solicitud debe ser priorizada, porque, por ejemplo, si los servicios de la seguridad social, por incremento de usuarios, aún no puede atender a todas las madres, es lógico que los partos sean atendidos en un servicio privado, pero si se posterga la dotación del servicio propio, o se remiten los casos caros, se desvirtúa el objetivo. Igual sucede con los requerimientos de especialidades que, al encontrarse abarrotadas en lo público, solicitan apoyo de los hospitales privados.
Pero si lo público inicia un proceso de privatización de la gestión, como en España, o de los servicios hospitalarios de alimentación, laboratorios, seguridad, limpieza, etc., como en América Latina en las últimas décadas del siglo pasado, entonces es claro que el objetivo es utilizar los dineros fiscales de la población para fortalecer los
procesos privados de acumulación de ganancias.