El pasado 22 de enero, el presidente Luis Arce emitió un discurso vacío y superficial con motivo del aniversario del Estado Plurinacional de Bolivia. La supuesta celebración del Estado Plurinacional, reducida a una patética entrada folclórica, enmascara la ausencia de un proyecto democrático genuino que integre y cohesione a las diversas naciones que conforman el país.
Pensemos en uno de los puntos críticos, la educación. Durante los 16 años del Estado Plurinacional, el gobierno del MAS se atribuyó los logros de una reforma educativa gestada en la década de los 90 bajo la Ley 1565, conocida como Educación Popular. Sin embargo, el MAS, no mostró interés en nutrir una estrategia destinada a mejorar la calidad educativa, ni en fomentar las múltiples iniciativas autogestivas de economía del conocimiento que permanecen en estado chato,embrionario e ingenuamente se etiquetan como innovación.
La administración menospreció sistemáticamente el conocimiento, ignoró los aportes de intelectuales mestizos e indígenas que han trabajado en ontologías del conocimiento. Las mallas curriculares, por ejemplo, se han limitado a enclaves culturales definidos por pisos ecológicos, pasaron por alto la movilidad y el intercambio de conocimientos entre las distintas regiones del país. Hubiera sido enriquecedor que niños y jóvenes de las tierras altas accedieran al conocimiento y cosmovisión de los pueblos de tierras bajas, y viceversa.
La formación de empleados públicos tampoco se exime de esta realidad. La Escuela de Gestión Pública Plurinacional (EGPP) y su plataforma educativa en línea son deficientes. Los funcionarios son obligados a tomar cursos de lo que sea, sin que exista un sistema serio que evalúe la utilidad real y el impacto de los programas vinculados al desempeño laboral.
Por todo esto, no es de extrañar que los acuerdos con la empresa rusa URANIUM para la industrialización del litio, privilegie a la empresa portadora del conocimiento en desmedro de los intereses de la nación. Este hecho desmiente las promesas del presidente Arce, reafirma la colonización y subordinación, traiciona la nacionalización y perpetúa el rol de Bolivia como peón en el tablero global.
Cada zapateo y látigo azotado en el suelo por el caporal, muestra el espíritu del Estado matón y mafioso, mal llamado “Estado Plurinacional”.