Se llaman Paúl Rivas, Javier Ortega y Efraín Segarra: fueron secuestrados en la zona de Mataje tras pasar un control militar cuando hacían su trabajo para El Comercio. Son ecuatorianos secuestrados en Ecuador bajo responsabilidad militar. En la semana, el Gobierno ha caído en un inaceptable mutismo: tenemos derecho y una real necesidad de información. Es inaudito que, de lo poco que se ha dicho, el ministro Navas hable de corresponsabilidad de las víctimas.
Nunca como en la década correísta los periodistas fueron denostados, amenazados, censurados. Moreno no cambia nada si la desprotección no cesa. Fotógrafos arrastrados en manifestaciones, como Diego Pallero; periodistas detenidos por militares armados sirviendo a concesiones mineras, como lo relató Dennis de la Cruz en 2017; caricaturistas políticas censuradas, como Vilma Vargas. ¿Quién va a cumplir con los tratados internacionales de protección a la prensa ahora que hay un secuestro, nada menos?
Espero, sinceramente, que el gremio periodista y el de fotógrafos puedan presionar dejando de cubrir la actividad de Presidencia y los ministerios, aunque sea por un día. El mismo Gobierno usa como documentos las coberturas, la prensa sabe más que los funcionarios porque entran a los territorios, como lo hicieron en Mataje. Un día sin el trabajo de la prensa y se verá la relevancia de su trabajo.
Eso no es un problema gremial, es de interés nacional. La desprotección a los periodistas señala la desprotección en que estamos todos: es una forma de gobierno. Gavis Moreno, directora de la cárcel de mujeres de Guayaquil, es asesinada a balazos. ¿Por qué no tuvo la protección que tienen otros con trabajos similares, que andan con guardaespaldas? Aquí, la inmunidad es para los hombres poderosos y para los criminales de cuello blanco. Mujeres como Gavis Moreno, los periodistas, quedan desamparados.
Dos eventos aparentemente inconexos en realidad forman parte del modo de operar del Estado. Achille Mbembe lo llamó necropolítica. (O)