Se acabó el juego; la operación de “inteligencia” -vaya palabra para referir al espionaje- por la cual el imperio pretendía manchar a gobiernos progresistas de Latinoamérica (Venezuela, Ecuador) se ha caído. La Corte Suprema de Colombia, ejemplar en su valentía que la llevó a enfrentarse a las pretensiones de Uribe, decidió que nada serio puede sacarse de la ubicua computadora atribuida a Reyes, supuestamente secuestrada en el operativo ilegal que implicó violación de territorio ecuatoriano.
Todo lo que se diga a partir de esa computadora manipulada carece de validez jurídica y de credibilidad periodística. La charlatanería interminable sobre el supuesto financiamiento de las FARC a gobiernos de la región ha quedado en lo que es: una mentira sostenida por un instituto inglés dedicado a la práctica del espionaje y de la maledicencia disfrazada de periodismo.
Poco puede extrañar esto, cuando hace apenas dos semanas se mató a Bin Laden. Operación imperial ajena a las leyes, realizada con decidida violación de la soberanía pakistaní. En esta turbia acción, no se sabe què rechazar más: si la notoria serie de inexactitudes y mentiras que rodearon la difusión del procedimiento (nadie vio el cuerpo de Bin Laden, este no estaba armado, pero se habría resistido, no se presentaron tampoco los demás cuerpos ni el testimonio de los supuestos sobrevivientes), o la brutal falta de apego a cualquier norma jurídica o límite moral: en vez de apresar a Bin Laden se lo mató, se tiró desaprensivamente su cuerpo al mar, se avisó a las autoridades locales cuando ya todo había finalizado.
Ilegalidad procedimental, mentiras posteriores sobre lo sucedido: marca de las actitudes del imperio. Es exactamente lo mismo que ocurrió en torno de la pretendida computadora de Reyes. El poder económico-militar planetario del capitalismo aplica la misma receta para matar a su ex aliado Bin Laden, que para atacar a los gobiernos que no se someten a sus designios.
La computadora no se sabe si fue de Reyes alguna vez; lo que sí se sabe es que fue manipulada, y que lo que se sacaba de ella, en su mayoría, había sido puesto tras matar al guerrillero; es decir, los mismos que metían la información a la computadora, denunciaban luego su contenido.
¿Veremos a alguien desdecirse sobre el tema? ¿Algún medio mostrará seriedad ante el caso para rectificarse por lo dicho sobre una computadora que, desde el inicio, era obvio que podía dar lugar a toda clase de mentiras y manipulaciones?
Cabe dudar al respecto. Es que los que propalaron la falsa información, quizá en su fuero íntimo, nunca pudieron creer que fuera auténtica.