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El Telégrafo

Islandia y América Latina

21 de noviembre de 2011

Así como la crisis griega actual y las reacciones de su sociedad pueden ser comparables con la crisis económica en Argentina de inicios del siglo XXI, la forma en que Islandia ha tratado la crisis económica que ahora se ha destapado en varios países de Europa es relativamente comparable con la conducción económica de los gobiernos de la “nueva izquierda” en América Latina.

La crisis en Grecia, tanto como la que estalló en Islandia en 2008 y la que pasaron casi todos los países latinoamericanos en las últimas décadas del siglo XX tienen un origen común: tras un período de aparente bonanza, la deuda externa con la banca y el capital financiero transnacional se volvió impagable.

Sobre América Latina (y, por supuesto, también en Ecuador) llegó el Fondo Monetario Internacional (FMI) con sus condicionamientos, unidos a la imposición del “neoliberalismo” en la región. Los gobiernos latinoamericanos, por sobre las diferencias ideológicas o políticas, aceptaron el mismo recetario: retiro del Estado, privatizaciones, fomento del mercado libre y de la empresa privada.

Neoliberalismo y recetario “aperturista” acaban de imponerse sobre Grecia, con la complicidad del FMI, la Comunidad Europea y su Banco Central. Allí han surgido voces que reclaman una auditoría para establecer la “deuda odiosa” o “ilegítima”, algo que Ecuador ya hizo a través de una comisión especial creada por el gobierno actual.

Pero en América Latina ya conocemos los resultados históricos desastrosos que las reformas, similares a las que sufrirá Grecia, ocasionaron sobre las condiciones de vida y trabajo de los sectores medios y populares de la región.

Los gobiernos de la “nueva izquierda” latinoamericana decidieron tomar un rumbo distinto: asumieron la regulación económica estatal y mejoraron la situación social. América Latina crece, sin los peligros de la crisis europea.

También Islandia decidió seguir un camino diferente, reivindicando su soberanía nacional. En lugar de salvar a los bancos, dejó caer a los que estaban en quiebra; los inversores debieron asumir las pérdidas; además, fueron repartidas las pérdidas del derrumbe de precios de las viviendas; se encaró a los banqueros ingleses y holandeses, y en dos referéndums la población se pronunció en contra del paquetazo neoliberal.

Un tipo de intervencionismo estatal que ha permitido la recuperación de Islandia, cuyas perspectivas de crecimiento rebasan las expectativas de otros países europeos.

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