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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Independencia de Portoviejo

15 de octubre de 2020

Portoviejo y Manabí conforman uno de los misterios políticos más difíciles de entender, aún para mí, que soy parida de sus vientres. La ciudad es como un ser barroco siempre en teatro y simulación, experta en la técnica del reflejo para la gestión del poder. Esa condición cultural colonial ha sido quizás, la necesaria envoltura para resolver un dilema principal: el control de un territorio geoestratégico, cuyo oxígeno es el mar Pacífico, acuosidad de la globalización económica.

A mediados del siglo XVIII, San Gregorio de Portoviejo perdió su cabildo, un asunto terminal: sin ayuntamiento no habría vecinos con privilegios, ni potestad territorial, ni jerarquía frente a pueblos de indios. Además, los tenientes nombrados desde Guayaquil presionaban por más tributos, disputaban el juego de los anticipos y los beneficios del comercio portuario.

La reacción de los criollos locales fue un as de manga: argumentando derechos de origen lograron el reconocimiento de mapa y papel de una provincia con su ciudad capital, San Gregorio. Se trataba de toda una simulación efectiva, sería pues una provincia de otra provincia, puesto que Guayaquil, que en realidad la gobernaba, lo era también.

En 1812 fungía, aunque fuere de nombre, el “alcalde provincial” de Portoviejo. Pisándoles los pies a la ciudad capital sin ayuntamiento, estaban varios pueblos de indios con cabildos propios. Jipijapa tenía 8.708 habitantes y Portoviejo apenas 2.942 lugareños.

Los criollos portovejenses se especializaron en una manera de hacer política. Al final lograron tamizar a las autoridades nombradas desde Guayaquil y fuere en resistencia o alianza lograron lo fundamental: controlar la producción artesanal exportable, y los puertos por donde entraban sin dejar rastro, brillosas sedas China y suaves telas inglesas.

El 18 de Octubre de 1820 los “vecinos” de Portoviejo se adhirieron a la Independencia de Guayaquil. Poco después desobedecieron el pacto guayaquileño y se sumaron a Colombia (1821). El horizonte estaba claro, lograr que tras el vendaval se creara un cuerpo intermedio territorial, capaz de sobrevivir en cualquier formato mayor. Y así fue, en 1822 se le dio el nombre de Manabí a la antigua provincia de Portoviejo. Legalizada en 1824, fue dotada después de una admirable identidad cultural - territorial.

¡Salud mi Portoviejo amado¡, sigo escarbando tu ethos.

 

 

 

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