Chile está a puertas de un nuevo proceso eleccionario, esta vez un Plebiscito que busca determinar si la población está de acuerdo o no con una nueva Constitución. Estas elecciones que se llevarán a cabo el 25 de octubre surgen como consecuencia de las intensas protestas de finales de 2019, donde varios grupos de ciudadanas y ciudadanos han manifestado a favor de una nueva Carta Magna, en virtud de su inconformidad frente a un modelo económico exitoso, pero con un amplio desamparo social. Cabe recordar que la Constitución actual data de 1980, establecida en plena dictadura de Pinochet y, aunque ha sido varias veces reformada, el nuevo texto debe emprender en cambios sustanciales, empezando por garantizar más derechos sociales, donde el Estado sea capaz de asegurar las bases de un sistema económico más equitativo. Entre las diferentes demandas sociales se debe recalcar temas de educación pública y gratuita, ampliación de la seguridad social de carácter público, salud, derechos sexuales y reproductivos, entre otros.
Este hecho histórico se da en un contexto no solo de pandemia, sino también de división. Ahora, este país del cono sur debe dialogar en medio del conflicto más allá de una lucha entre ideologías diferentes, para de esta manera construir un Estado democrático y social que responda a las necesidades y derechos de las personas.
Ahora bien, el hecho de que este país muy probablemente tenga una nueva Constitución luego del plebiscito, no significa que resolverá todos los problemas o que el texto se escribirá desde cero. Como referencia en la construcción de la nueva Carta Magna, el país austral podría recoger experiencias “exitosas” en materia de derecho constitucional comparado contemporáneo, por supuesto sin alejarse de las necesidades de la población y la realidad específica del país. Asimismo, deberá considerar los acuerdos y tratados internacionales suscritos y ratificados en materia de derechos humanos, economía, derecho penal, entre otros.
Se esperan buenos vientos a un Chile que, tras las protestas de finales de 2019 nos dejó ver que no todo lo que brilla es oro. Histórico momento para un país que podría echar abajo a la Constitución expedida por la dictadura más feroz del cono sur.