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El Telégrafo
César Hermida

Formación médica y sistema de salud

11 de junio de 2016

El Informe Flexner, preparado en EE.UU. a inicios del siglo XX, constituye el origen de la modernización de la educación médica, de su ejercicio y del desarrollo de las especialidades.   Determinó las características de la carrera, incluyendo, además de la capacitación médica, la de los especialistas, para el nuevo y reditivo mercado norteamericano. El esquema planteaba comenzar con las ciencias básicas, luego pasar a las preclínicas y finalmente a las clínicas. Luego de la formación médica general se iniciarían las especialidades. Por entonces el predominio y prestigio de la biomedicina europea había cambiado de sede, pasando a radicarse en EE.UU.

En 1946, a pesar de las restricciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el partido laborista inglés logró que el Parlamento aprobara su Sistema Nacional de Salud, proponiendo una cobertura universal de servicios, sin costo directo para el usuario, financiado con impuestos (Modelo Beveridge). El sistema fue criticado como de ‘medicina socializada’ de mala calidad por la élite de los Colegios Reales de Médicos y Cirujanos de Londres y por la Asociación Médica Británica, partidarios y en ejercicio de la medicina privada respaldada por la industria (de equipos, insumos y la farmacéutica de los medicamentos con millonarios gastos en ‘publicidad científica’ para estimular su uso mediante intermediarios: visitadores, investigadores, médicos tratantes), como lo sería en EE.UU. en donde aún impera el servicio ‘privado’. “Sus ganancias (que) van más allá de lo razonable, cuando curar (‘cure’) es más caro que cuidar, pero cuidar (‘care’) es más difícil, pues incluye confortar con apoyo emocional y psicológico”, como dice Abel Brian Smith (Value for Money in the Health Services, London, Heinemann, 1976).

La medicina, utilizando un lenguaje difícil, sin consideración a la subjetividad cultural de la gente común, preocupada por lo económico; curativa y hospitalaria, ha sido desde entonces el paradigma dominante. Priorizando la enfermedad, como si la salud fuera solo la ausencia de ella. ¿Será posible cambiar este modelo para aplicar, además de la biomedicina, una nueva concepción y práctica de la salud? Salud basada en la satisfacción de las necesidades humanas, como derechos, con los principios de reciprocidad, complementariedad y correspondencia, pues sin pensamiento y sentimiento no hay vida humana, hay que cuidar a la madre tierra, entender que la vida es sana y colectiva, que debemos soñar con una vida armónica sin subyugaciones. (O)

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