Chipre, una pequeña isla ubicada frente a Turquía, es el cuarto país rescatado por la UE, que le aplicó un ajuste draconiano para enfrentar su crisis. Su economía depende principalmente del comercio, reparación de vehículos-motores, sector inmobiliario, banca, construcción y turismo.
La crisis de Chipre es parecida a la de otros países rescatados. En la década pasada, su economía creció alrededor del 4%, impulsada por un boom del crédito, que hizo crecer al sector bancario, y una burbuja inmobiliaria que finalmente explotó. Su situación económica se agravó por la crisis de Grecia y las medidas que se aplicaron para salvarla, que incluyeron una rebaja de su deuda pública, de la que una parte la tenían los bancos chipriotas. Para enfrentar el problema, la isla pidió un préstamo a Rusia y después a la UE.
Desde el 2009, su economía ha venido declinando hasta que en 2012 tiene una recesión de 3%, por lo que la tasa de desempleo llegó a cerca del 11%, pero en jóvenes alcanza el 25%. Desde 2009, el déficit gubernamental ha aumentado, alcanzando el 6% del PIB, el año pasado, que ha financiado con deuda pública, a tal punto que ésta llegó al 84% del PIB. Los principales gastos del gobierno son la compensación a empleados, beneficios y transferencias sociales y los intereses de deuda pública. Además tiene déficit comercial. En suma, desequilibrios macroeconómicos y estructurales que ponen en riesgo la economía.
El memorándum de entendimiento firmado, por el gobierno de derecha, con la troika (CE, FMI y BCE), contiene severas medidas de ajuste. Según el Banco Central de Chipre, ayudarán a fortalecer la estabilidad financiera, de las finanzas públicas y recuperar el crecimiento económico en el largo plazo.
Las medidas incluyen una fuerte reducción del gasto público (4.2% del PIB), un aumento de impuesto a empresas y el congelamiento de los depósitos bancarios, a los que se aplicará un impuesto, que tendrán que pagar todos los chipriotas y extranjeros (principalmente rusos y griegos). Para viabilizar el congelamiento, se decretó un feriado bancario a fin de que los bancos retengan dicho impuesto y frenen el retiro masivo de depósitos. El crédito del rescate es de 10.000 millones y el impuesto a los depósitos recaudará 5.600 millones de euros. O sea que, los ahorristas pagarán gran parte de reestructuración bancaria. Además hay otras medidas, de carácter estructural, como las privatizaciones, o sea achicamiento y reforma del sector público y un descuento de la deuda privada. La población presionó al parlamento para que rechace las medidas. Está negociando con Rusia un crédito a cambio de gas. Discute un plan B que es nacionalizar los fondos de pensiones y la troika exige que cumpla el memorándum.
Es la misma receta de austeridad y reformas estructurales que ha aplicado la UE a los países rescatados que generaran recesión, desempleo, pobreza y disminución del nivel de vida. En otras palabras, el sa