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El Telégrafo
Carol Murillo Ruiz - cmurilloruiz@yahoo.es

Falta de plata

15 de febrero de 2016

No hay duda de que “por la plata baila el perro”… y por la falta de plata también. Desde que la Revolución Ciudadana empezó su proceso, Asamblea Constituyente de por medio, no ha habido un día en el que no se cuestione el fin económico de su gestión. Ahora les ha dado por remachar el larguísimo tiempo que lleva administrando el Estado y, además, su noción concreta de lo público. La mejor arma que tiene el monstruo de mil cabezas de la oposición es una estaca de moralina y dos que tres ideas del liberalismo dinerario.

En casi dos décadas han aprendido que de las libertades civiles y políticas no pueden usufructuar mucho.

Las sociedades, mejor dicho, un sector de sus clases regentes, saben que las mayorías asumen esas libertades como el castigo de una economía que las aísla de los bienes materiales y las lanza al mercado de la supervivencia. La informalidad y el emprendimiento se convirtieron en la pócima para, en apariencia, vencer al capitalismo de los pobres, o sea, ser parte relativa de la exclusión vendiendo chucherías, o ser parte del sistema ayudándolo a marchar sin alterar su eje de acumulación. También asimilaron que la moralina no funciona sin el aliciente de temer la (eterna) pobreza y si se desechan las opciones de esa informalidad (libertad económica de vender y comprar minucias), y de ese emprendimiento (usar el orden capitalista para volverse rico y propietario). Cuando se anunció un proyecto de ley sobre las herencias, el monstruo de mil cabezas halló un gran motivo para mezclar miedo y pobreza. Incluso circuló una lindeza: algunos sectores sociales pobres -pero con lazos familiares virtuosos- han subsistido -por los siglos de los siglos- gracias al cobertor de una economía parental, ¡lejos del capitalismo!

En fin, cada vez que claman al cielo contra el gobierno de Correa –desde junio del año pasado- es para anunciar el estrujamiento de las vísceras de los pobres y/o reforzar la desorientación de las clases medias beneficiarias del estado público.

Pero no les basta. Es preciso hincar otras potenciales fibras supuestamente rotas por el modelo económico. La baja mundial del precio del petróleo y la apreciación del dólar (¿recién se enteran que la apreciación del dólar altera la fe puesta en la dolarización y eso no es obra de Correa sino de las fórmulas del capitalismo financiero mundial?) se traducen en crisis de consumo y desequilibrio de algunos privilegios institucionales y gremiales. Dos ejemplos: las clases medias sufren por la inestabilidad de su estatus y los militares sufren porque su “autogestión” se descubre como privilegio económico institucional (la coerción de las armas no es poca cosa).

Como se ve, “por la plata baila el perro”… y por la falta de plata también. Quizás el monstruo de mil cabezas tenga un mérito: trabajar incansablemente en la cimentación de una idea que atraviese, de punta a punta, el cuerpo social del arribismo generalizado que trae la lotería capitalista. ¿Para qué? Para aprovechar de un año en que la correlación de fuerzas electorales se agitará de acuerdo a cómo bailen las crías de la derecha usurera o qué paso doble estrenen los pericotes del fatalismo social.

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