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El Telégrafo

España aún más lejos

25 de noviembre de 2011

En una Europa atribulada por la crisis económica y las recetas neoliberales que solo sirven para ahondarla, España ha votado a la derecha tal cual se esperaba. En la medida en que el PSOE abandonó su responsabilidad histórica y se hizo cargo de los ajustes antipopulares, era obvio que el descontento de la población se descargaría sobre el actual gobierno.

Ahora vuelve una especie de neofranquismo con tenue barniz de democracia, retrógrado en lo cultural, sin ideas en lo económico que no sean las de aumentar el ajuste interminable y la desocupación consiguiente. A la oscura realidad económica hispánica se une ahora una oscura condición política: los “indignados” solo pueden esperar más represión y aún menos escucha oficial.

De una manera que puede juzgarse insólita, Rajoy ha declarado que pretende mejorar relaciones con Latinoamérica. No sabe uno cómo podría hacerlo; las ganancias de las empresas hispánicas parecen ser el único anhelo de la diplomacia peninsular (a la que incluso Felipe González se ha unido alegremente en varias excursiones a países de nuestro continente), la cual parece más una especie de club de lobbistas y ejecutivos que un espacio de estrategia geopolítica integral.

Unido a ello, la imagen de nuestros países en España a menudo ha sido presentada de manera eurocéntrica y unilateral: se nos inventa en varios conocidos periódicos como si fuéramos naciones en estado de infancia intelectual, pasibles de supuestas permanentes demagogias y manipulaciones de parte de nuestros gobiernos. Así, ellos confunden a los líderes que nos han sacado de las sempiternas crisis económicas neoliberales, con pintorescos personajes propios de las novelas del literario realismo mágico.

Desde ese confuso horizonte de comprensión no se da lugar a ningún diálogo fecundo. Nuestra intención de tener en España un interlocutor serio, simétrico y respetuoso ojalá sea cumplimentada por el lado hispánico, pero tenemos todo el derecho a la duda: la impronta retrógrada de lo que será el nuevo gobierno no augura nada más que ese paternalismo que se esconde en muchas de las noticias periodísticas que sobre Latinoamérica circulan diariamente del otro lado del Atlántico.

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