En estos tiempos en los que menudean las noticias escandalosas o también las tenebrosas, con espacios que ahora cubren todas las páginas de los periódicos, los noticieros de radio y de televisión o las poderosas y omnipresentes redes sociales, en las que abunda lo que antes se denominaba crónica roja, es difícil encontrar notas positivas, aquellas que alegren el espíritu y que nos brinden un espacio de solaz y de esperanza.
Por ello, a lo largo de veinte y cinco años, en el programa de televisión que dirijo: Cara a Cara con Rosalía, me he esmerado en encontrar aquellas noticias esperanzadoras, que sirven de lección de humanidad, que nos dejan con el regusto de la esperanza, de las cosas buenas que todavía tiene la vida, aún en medio del reino de la desesperanza que parece enturbiar el destino de las personas y de los pueblos.
Y para ello, para encontrar noticias buenas, he recurrido siempre a ámbitos en los que estas menudean, me refiero a la cultura, a la educación, a la ciencia, a la innovación, a todas las formas del arte, a los emprendimientos en los que los jóvenes encuentran un camino y un norte de vida.
Por ello entrevisto a escritores, cineastas, bailarines, cantantes, pintores, escultores, a quienes descubren formas novedosas de hacer las cosas, a quienes se adentran en los caminos de la ciencia, de la investigación, a quienes se preocupan por los valores, por encontrar caminos de luz aún en medio de las tinieblas, a quienes se deleitan recreando o descubriendo platillos apetitosos en la búsqueda de sentar las bases de un destino gastronómico regional o nacional.
Dialogo con madres que descubren vocaciones profesionales en medio de la adversidad, con jóvenes a quienes seduce la innovación y se arriesgan a emprender a pesar de que los pesimistas les ponen trabas y les dicen que no lo hagan. Entrevisto también a quienes aman la belleza y la expresan de mil formas, para quienes el fracaso no es un impedimento para volver a empezar.
También han sido parte de esos 25 años quienes tienen ideas y prácticas solidarias, que se conduelen del dolor ajeno y que encuentran la forma de compartir y de mover a otros para hacerlo, sin escatimar esfuerzos, maestros que comparten sus sueños con los alumnos que la vida coloca en su camino.
En fin, hay tantos espacios para el optimismo que no debemos desaprovecharlos o dejar pasar por alto.