Donald Trump lleva un peinado exótico prestado de Elvis Presley. Recoge todos los hilos tinturados de su pelo y los lleva hacia adelante, formando un copete arquitectónico, fijado con pegante. Mirado de frente, el copete remata la cuadratura del rostro, definido por dos ojos guiñados y una barbilla arrogante, tirada artificialmente hacia adelante, replicando el típico gesto de los actores de las películas de wéstern u Oeste norteamericano: ¡pin…pin…pin ¡
Joe Biden no tiene copete, solo le quedan rastros blancos del cabello doradín. El óvalo de su rostro también contiene dos ojos guiñados estirados de manera oblicua, para insinuar risa y placidez oriental. En forma y suma, los cuatro ojos guiñados, mínimos y azulados de Trum-Biden corresponden a lo que llaman “supremacía blanca”.
Si a Biden se le coloca el copete se parecería mucho a Trump. Y si a Trump sin copete Presley ni rampla barbilla, se le insinúan ojos risueños, se parecería a Biden.
Trump el cuadrado y Biden el ovalado se enfrentaron por la presidencia de los EE.UU., en un contexto peculiar, por la ruptura del acuerdo entre republicanos y demócratas, quienes hasta hace poco se turnaban amigablemente la magistratura cada ocho años, permitiendo alternancia entre dos fracciones de la misma ideología imperialista, hegemónica y capitalista.
Por efecto de la ruptura del pacto entre los grupos poderosos de EE. UU, cuyos brazos políticos son los partidos Republicano y Demócrata, la sociedad norteamericana se ha politizado más de lo usual, hasta el punto de parecer democrática, populista, “incivilizada”, “salvaje” y tropical.
Las tensas elecciones del país del norte reflejan la guerra económica entre EE.UU. y China, enfrentadas por sus ambiciones de riqueza y dominación en esta fase de la globalización, que ha instaurado una total interdependencia. La expansión global atraviesa una crisis múltiple por el decrecimiento económico, la fantasía de la acumulación del capital irreal y la ficción monetaria de antiguo cuño, dentro de la cual buscan proletarizarse millones de personas de este mundo.
Biden óvalo, el presidente electo, dijo que gobernará para convertir a EE.UU. en el líder de Occidente, lo que supone el reconocimiento del Oriente político -económico o el retorno a la bipolaridad mundial. ¿Qué potencias pierden? ¿En qué eje estará Latinoamérica sin el man del copete?