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El Telégrafo
Melania Mora Witt

El Ministerio de Cultura

04 de junio de 2016

En los inicios de la primera presidencia de Rafael Correa, gran entusiasmo provocó entre intelectuales y amplias capas sociales la creación del Ministerio de Cultura. Se lo consideró un reconocimiento a los escritores, artistas plásticos, músicos, cineastas, actores y más protagonistas de las diversas actividades e instituciones relacionadas con el quehacer cultural. La designación del poeta esmeraldeño Antonio Preciado marcó, en ese ámbito, la nueva época que se iniciaba en la República.

En los años transcurridos se han sucedido nueve ministros. Uno de los cuestionamientos a la visión que sobre Cultura (con mayúscula) ha tenido el régimen, ha sido la inestabilidad en la conducción de esa secretaría de Estado. Ha sido difícil formarse un juicio sobre la acción cumplida por cada uno de ellos, por lo escaso del tiempo en que se han desempeñado. En conjunto, no es perceptible -excepto quizás en el ámbito de la actividad cinematográfica- el papel jugado por el ministerio.

Frente a aquello, se ha intentado dictar una Ley de Cultura que clarifique  ámbitos y competencias y, sobre todo, establezca el marco institucional que coadyuve al desarrollo de las posibilidades culturales y artísticas, debiendo jugar un rol fundamental en la defensa y construcción de nuestra identidad nacional. Durante el tiempo transcurrido se han formulado algunos proyectos, sin que ninguno llegue a cuajar. Mientras, en el plano real, muchos piensan que hay un cierto abandono de parte del Estado, el cual se refleja -entre otros aspectos- en las difíciles condiciones en que desenvuelven sus actividades, museos, bibliotecas, archivos. La publicación de textos de poetas, narradores, ensayistas, dramaturgos, no tiene índices relevantes. Hay casi un consenso en cuanto a que la Cultura representa una preocupación secundaria.

Frente al último proyecto de ley que se maneja en  el ámbito legislativo, el problema principal es que no se lo conoce. Ante reclamos del pleno de la  Casa de la Cultura, se acordó, con el anterior ministro y la presidenta de la Asamblea, designar una comisión tripartita para la ‘socialización de la ley’ a nivel de cada provincia. Aquello no se cumplió y, por lo que se sabe respecto del texto proyectado, hay serios reparos, entre ellos de parte de muy destacados creadores cinematográficos.

El nombramiento del intelectual manabita Raúl Vallejo en esa cartera de Estado trae una nueva esperanza entre quienes, creadores o no, damos a las diversas expresiones culturales la importancia que se merecen. Su experiencia como creador y docente, unida a su labor diplomática en Colombia, país en el cual -pese a sus problemas- hay una sostenida y rica tradición cultural, son un antecedente que permite avizorar mejores días.

Cuando el período especial puso a Cuba en condiciones extremas, Fidel se reunió con los intelectuales para pedir que, en conjunto, ‘salven la cultura’. Una convocatoria amplia  del ministerio a los nuestros, permitiría aunar esfuerzos e iniciativas, a fin de paliar los retos económicos actuales y cumplir aquel objetivo. (O)

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