A puertas de las elecciones anticipadas en agosto de 2023, han inscrito su candidatura 8 binomios presidenciales de los cuales solo uno tiene a una candidata para la representación presidencial y el resto cuenta con candidaturas de mujeres a la vicepresidencia. Aparentemente, no por una real voluntad, sino por la disposición del Tribunal Contencioso Electoral, que dispuso al CNE (Consejo Nacional Electoral) que aplique la paridad de género en los binomios presidenciales y listas de asambleístas.
Esta decisión, aunque garantiza la participación femenina en los próximos comicios electorales, no necesariamente asegura la transversalización de la perspectiva de género con capacidad de incidencia en la política pública; ya que, a más de figurar en la papeleta, promover una real equidad de género supone abordar desafíos como la capacidad de aplicar de manera irrestricta la normativa, como por ejemplo la Ley de Economía Violeta promulgada en enero de 2023; de manera que las mujeres ya no estén subrepresentadas en el quehacer de la cosa pública y mucho menos que formen parte de las listas por la exigencia de cumplir con una cuota.
Las reformas al Código de la Democracia de febrero de 2020 son un gran paso para consolidar la democracia paritaria en el Ecuador y constituyen un incentivo para una representación equitativa. Es necesario crear mecanismos que no limiten el acceso a mujeres en casos de violencia política de género, ofreciendo condiciones adecuadas para garantizar la tutela efectiva del derecho de las mujeres a una vida política libre de violencia y ese posiblemente es de los mayores avances en las reformas efectuadas.
Tradicionalmente se ha asignado a la mujer el rol de asumir las labores de cuidado (en gran medida no remuneradas) y de responsabilidad del hogar; comprometiendo su efectiva participación y representación política. Lamentablemente las sociedades latinoamericanas, y Ecuador no es la excepción, son históricamente patriarcales y dar ese salto hacia una participación de la mujer en la política supone un desafío. El contar con una ley que garantice la participación femenina, no asegura que efectivamente se logre la ocupación de esas representaciones. En ese sentido se requiere de una corresponsabilidad ciudadana y de los electores para superar esas barreras culturales.
Pero ¿por qué es importante el rol de la mujer en la política? En primer lugar, está la necesidad de romper con estereotipos y sesgos y contar con una mirada diferenciada que fomente una mayor gobernanza y resultados más efectivos. Por otro lado, es esencial contar con esa representatividad y diversidad, considerando que en el mundo las mujeres representamos el 50% de la población mundial y quién más que nosotras para aportar con la experiencia y perspectivas que nos permiten entender de primera mano las necesidades prioritarias en la formulación de políticas y decisiones gubernamentales. Sobre todo, en un país donde las cifras de violencia contra la mujer han ido en ascenso; de tal modo que solamente los tres primeros meses del 2023 se registraron 56 femicidios y 332 en el 2022.
Por último, las brechas salariales y la inserción en la dinámica económica y productiva de las mujeres en el Ecuador, se ha visto aún limitada, percibiendo un salario alrededor del 15% menos que los hombres según datos a marzo del 2023 (menor al salario básico). Es decir, hay más mujeres en el desempleo y más hombres con empleo adecuado. Luego del problema de seguridad en el Ecuador, la capacidad de generar medios de subsistencia es el segundo tema más crítico y que demanda de acciones inmediatas para promover una mejora de la situación económica de los ecuatorianos y sobre todo de las ecuatorianas que cuentan con empleo pleno apenas en un 28,5% y 17% de subempleo, según los datos del INEC a abril de 2023.
Según el Informe Global de la Brecha de Género 2023, las mayores brechas en el mundo persisten en la participación política y los retrocesos en la participación económica son aún muy preocupantes; por tanto y como consta en el informe The Gender Snapshot 2022, al ritmo actual tomaría 286 años en eliminar la discriminación y cerrar las brechas de género en la protección hacia niñas y mujeres para alcanzar las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, referente a la equidad de género.
Los datos mostrados son muy reveladores y ahora en Ecuador existe una oportunidad histórica de que esta realidad se transforme, aunque para ello la consistencia de quienes serán electas en las próximas votaciones, de incorporar una perspectiva real de género, es indispensable.