Estamos abrumados por la corrupción. Vivimos el engaño de que la corrupción se limita a la política y es patrimonio de políticos. Falacia absoluta. La corrupción infiltra todos los sectores de la sociedad, todas las profesiones, todos los estratos sociales, todas las instituciones.
Sin embargo, nos indigna especialmente cuando vemos que funcionarios del Estado, en cualquiera de sus poderes: ejecutivo, legislativo, judicial, electoral, participación ciudadana y control social; en los gobiernos provinciales y municipales; en la seguridad social, nos han robado nuestro dinero, nuestro trabajo, nuestro futuro. El robo perpetrado por funcionarios del Estado es un perjuicio al campesino del altiplano o del litoral, al pescador, al obrero, al maestro de escuela, al albañil, al profesor universitario, al profesional, al emprendedor, pequeño, mediano o grande. El atraco, el latrocinio cruel desmoraliza a la sociedad. La injusticia desmoraliza a la sociedad.
No puede ser que el trabajo titánico desplegado por la Fiscal General del Estado, Diana Salazar, trabajo valiente, decidido, intenso; trabajo de riesgo, de exposición, de honor, sea neutralizado por el repudiable comportamiento de jueces que facilitan la libertad de los poderosos personajes capturados. Es una vergüenza para todo el país el ver la corrupción sistémica que se ha descubierto en medio de la pandemia; no obstante, los montos del latrocinio palidecen frente a los mega atracos en el gobierno anterior. En dicho gobierno tres fiscales sometidos al Poder Ejecutivo vieron, callaron, taparon y archivaron. En dicho gobierno el entonces Presidente, eufemísticamente, llamaba al soborno “acuerdo entre privados”; en dicho gobierno el entonces Presidente hacía un homenaje al falsificador de título, Gerente del Banco Central y primo suyo y aprobó su viaje a Miami para el matrimonio de su hijo. En dicho gobierno las denuncias eran coartadas y los denunciantes perseguidos; en dicho gobierno el hurto a mansalva fue celosamente escondido y la cloaca se destapó completamente tras su salida. Estamos en una nueva época en la que una Fiscalía sustancialmente diferente trabaja febril y decididamente para combatir el azote de la corrupción. Diana Salazar merece el respaldo total de los honestos del Ecuador. (O)