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El Telégrafo

Desinformación y realidad sobre Wall Street

23 de octubre de 2011

Cuando llegué a la meca del capitalismo, solo había policías, unos a caballo, que habían desalojado a los manifestantes. Un policía me informó que los ocupantes de Wall Street se habían trasladado a Union Square y que había que tomar el subway para llegar allí, obvia desinformación, pues a dos cuadras se encontraban los “indignados” en el Parque de la Libertad, hoy propiedad privada de John Zuccotti. “El mundo nos mira, pero los noticieros no están filmando la verdad”, rezaba una pancarta.

Mi primera impresión fue de cierto caos. La realidad es otra. Hay organización y unidad comunitaria con sectores específicos  para la prensa, los que animan con  música, quienes diseñan pancartas,  quienes acampan y duermen allí; hay atención médica, cocina y hasta una biblioteca, y se cuida de las plantas. Se celebran asambleas, marchas y hay múltiples grupos de discusión.

Topé primero con un abogado que explicaba que se proponen recoger diferentes puntos de vista sobre las alternativas para combatir la desigualdad y reflexionar para proceder solidariamente, fruto de un esfuerzo común, no dogmático, conscientes de que se necesita un cambio y dispuestos a permanecer allí el tiempo necesario. Me topé también con un ecuatoriano al que dedicaré un próximo artículo.

Muchos de los allí presentes eran estudiantes y profesionales, la mayoría sin empleo, y quienes por la crisis habían perdido sus casas y no tenían a dónde ir. Numerosos policías alrededor de la plaza observaban lo que ocurría, vigilados a la vez por un comité de los “indignados” que no los pierde de vista, pues ya en dos ocasiones han sufrido  su represión.

Es un movimiento de desobediencia civil no violenta. Predomina una gran diversidad de propuestas dentro de un enfoque más moral que político contra lo que solo perciben  como crisis financiera. “Somos el 99%, una pequeña élite económica y política se lleva la riqueza”. Piden reformas, no cambio del sistema, del que se sienten excluidos y tratados con inequidad. “Los banqueros culpables deberían estar en la cárcel”.

De inmediato, resistirán a pesar del invierno; hay dinamismo expansivo, pero un discrepante puede paralizar un acuerdo, como con el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, pues se decide  por consenso, riesgo de infiltración anarquista. El año entrante incidirán en los debates electorales. A mediano y largo plazo podrá afincarse un incipiente ethos anticapitalista, y la búsqueda de alternativas radicales para un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, el legado de Lincoln.

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