En las situaciones críticas de la historia de la humanidad, en especial en las guerras, las familias se han visto obligadas en gran parte a autoproducir sus alimentos. Actualmente la agricultura moderna, asociada a la producción masiva con agroquímicos, con el uso excesivo de químicos, pesticidas y conservantes perjudiciales, está envenenando lentamente a los habitantes del planeta y aumentando aceleradamente las enfermedades. En el Ecuador, como la mayoría de los países, es insignificante la cantidad de alimentos orgánicos que se producen.
Esporádicamente los ministerios de Agricultura, de Educación y los que han atendido el sector social, algunas organizaciones, empresarios privados y soñadores, han impulsado la creación de huertos familiares, pero no han constituido una política de Estado de gran envergadura y largo aliento. Han sido proyectos y programas muy pequeños y de corta duración, para decir tan solo que sí se realiza esa actividad y mostrarla en una vitrina.
Frente al deterioro ambiental y la agroindustria contaminante, la crisis económica y social, la inseguridad, la desocupación, la escasez y altos costos de los alimentos orgánicos, hace falta urgentemente una campaña de concienciación para que todos, en la medida de nuestras posibilidades espaciales, sin excepción, sembremos plantas alimenticias, medicinales, aromáticas y árboles frutales, para en algún momento poder revertir la tendencia autodestructiva de la humanidad.
Todavía no existe conciencia en la mayoría de la población mundial y ecuatoriana, para que exijan alimentos orgánicos y sanos, cuya demanda de producción modifique la oferta actual de alimentos obtenidos por la agroindustria. No existe una elevada cultura tecnológica entre nuestros campesinos en el manejo de los químicos, que por temor a las plagas “se pone al ojo” exceso de pesticidas. Los organismos del Estado y los municipios todavía no ejercen ningún control en la producción de los alimentos. El aumento acelerado de las enfermedades se debe principalmente al no consumo de alimentos sanos.
La autoproducción de alimentos sanos y plantas medicinales, ayuda a la economía familiar y la seguridad alimentaria de todos. Contribuye a la cohesión y comunicación de sus miembros, produce un reencuentro con uno mismo y la naturaleza e invita a ejercicios productivos que contrarrestan la vida sedentaria y sin sentido de muchas personas.