En 1976 Alan J. Pakula dirigió la película “Todos los hombres del presidente”, con la actuación de Robert Redford, Dustin Hoffman, Jack Warden y Jason Robards en los roles principales.
Se basó en el libro homónimo que escribieron en 1974 los periodistas del Washington Post Bob Woodward y Carl Bernstein, para dar a conocer los entretelones de sus descubrimientos que obligaron a dimitir a Richard Nixon del cargo de presidente de los Estados Unidos, en el escándalo conocido como Watergate.
En 2010 fue incluida en el archivo del Registro Nacional de Filmes, de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
En los Estados Unidos, esa película desató un baño de verdad que alentó choques entre periodistas y jefes de redacción sobre la forma que deben tratarse las noticias y sustentar los reportes y artículos, y afuera de ese país, motivó que muchos plumíferos se autotitulasen periodistas de investigación que, publicando cualquier mamotreto, mal llamado libro, podían tumbar presidentes.
El paradigma internacional que crearon Bob Woodward y Carl Bernstein ya no va más en Estados Unidos ni en ninguna parte. En Ecuador el periodismo debe hacer una introspección y caminar por la senda que transitaron Juan Montalvo, Manuel de J. Calle, Adolfo Simmons y Raúl Andrade.
Robert Redford estuvo días atrás en Londres, en el debut del Festival de Cine Sundance, en su versión londinense. Fue a promocionar algunas de las películas vistas el pasado enero en su sede original de Utah.
En entrevista concedida a la BBC, dijo que los documentales han reemplazado a los periódicos como la fuente principal de los medios de comunicación, en cuanto a periodismo investigativo. Y que los estándares de los periódicos se encuentran en “decadencia pronunciada”.
De manera categórica expresó: “Creo que es bastante obvio que se ha registrado una decadencia desde Watergate, pero nunca me imaginé que sería una decadencia tan pronunciada y drástica, que las reglas que gobernaban el periodismo -por ejemplo, el que uno necesitaba dos fuentes para lanzar una noticia- desaparecerían”.
“Los instrumentos de la responsabilidad fueron abandonados en beneficio de las primicias no confirmadas. Creo que eso dañó el periodismo. La gente en mi país se pregunta ahora cómo se puede tener acceso a la verdad”.
En relación a la mencionada película afirmó: “Nos engañamos, lamentablemente, si pensamos que una película va a cambiar todo un sistema o un gobierno”.
Los criollísimos escribidores asalariados deben entender que el periodismo basado en caricaturizar al gobierno de la Revolución Ciudadana no va a ningún otro lado que lograr un lector estremecido de disgusto por la falta de objetividad, por la ausencia del sentido de patria y porque siente que se le escamotea el derecho a enriquecerse en conocimientos.
Para no hostigar tanto, alguna vez deberían escribir sobre la trascendencia de los cambios estructurales que está logrando el compañero presidente Rafael Vicente Correa Delgado.