Hace pocas semanas, los actores clave detrás del Acuerdo de París, dentro del Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, anunciaron el lanzamiento de su nuevo libro titulado El futuro que escogemos. Entre ellos se encuentra la latinoamericana Christiana Figueres, diplomática costarricense con alrededor de 35 años de experiencia en la arena internacional.
Los autores plantean dos escenarios altamente contrastantes sobre cómo luciría el mundo en 30 años. En la posibilidad más sombría, nos encontramos con una narrativa sobre un futuro en el cual no habrían existido acciones suficientes, más allá de las medidas establecidas en 2015, para permitir la reducción efectiva de gases de efecto invernadero.
En esta probabilidad, nuestro planeta será más caliente que en la actualidad, y se encontrará en camino a ser al menos 3 grados más caluroso hacia el 2100. El aire sería mucho más caliente, pesado y, dependiendo el día, lleno de partículas contaminantes. Los océanos, bosques y suelos habrán absorbido más del 50% de dióxido de carbono generado por los humanos.
El derretimiento de las capas de hielo polares liberaría microbios de la antigüedad, jamás enfrentados por los humanos, generando pandemias nunca vistas. Existirían -además- sectores dentro del planeta que no albergarían vida debido a sus condiciones extremas. El sentimiento en general de esta realidad sería que no existe un futuro prometedor para la humanidad.
A pesar de que estaríamos tarde para evitar este fatídico porvenir, los autores plantean que aún tenemos una ventana de oportunidad. Comparado con décadas anteriores, la humanidad tiene herramientas que en el pasado no poseía; entre ellas la tecnología, el conocimiento, los recursos financieros y varias políticas efectivas basadas en evidencia.
Para poner todo nuestro potencial en marcha positiva, se nos plantea que, ahora más que nunca, necesitamos tener un cambio radical en nuestra consciencia colectiva. Todos debemos entender que nuestro presente es decisivo para el futuro de nuestra especie. Si trabajamos en conjunto, apreciando a la naturaleza como el tesoro más importante para todos, podemos transformar nuestro destino, pasando de la era actual del desperdicio hacia un porvenir de la regeneración planetaria. (O)