Con motivo de la reelección de Cristina Fernández en la presidencia argentina, comentaristas de diarios nacionales han escrito que el éxito se debió a que “era imposible ganarle a una viuda”, o que la votación obtenida -53,96% de
los sufragios- obedeció a razones sentimentales propias de la idiosincrasia latinoamericana.
Se resisten a admitir que Cristina se ganó el liderazgo que ejerce con acciones que comenzaron en su juventud, transcurrida en La Plata, en cuya famosa universidad conoció a quien sería su compañero de vida, el también abogado Néstor Kirchner.
Compartieron amor y sueños de justicia social y cambios en su país, cumpliéndose en sus batalladoras existencias el poema de Benedetti: “En la calle codo a codo, somos mucho más que dos”, pues juntándose con miles en el Frente para la Victoria llegaron en 2003 y 2007, respectivamente, a la primera magistratura de su país.
Gran parte de su lucha común transcurrió en Río Gallegos en el sur argentino. Después de ser electos diputados y senadores, cuando Néstor asumió la presidencia debió enfrentar una de las peores crisis, pues las equivocadas políticas neoliberales adoptadas condujeron a uno de los países más prósperos del mundo a la bancarrota. Kirchner enfrentó al poder internacional encarnado en entidades como el Fondo Monetario que encadenaban a la Argentina.
Logró un increíble descuento del 75% de la deuda externa el año 2005 y canceló anticipadamente el monto adeudado a ese organismo, recuperando independencia para la nueva política económica con la cual salvó a su pueblo.
Néstor y Cristina mantuvieron esa línea exitosa de recuperación de los recursos y empresas privatizadas por quienes los antecedieron.
Igualmente recuperaron la dignidad nacional al patrocinar el enjuiciamiento de los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante los gobiernos militares en los 70. Desarrollaron una política exterior soberana que los condujo a una estrecha relación con los países latinoamericanos, lo que se reflejó en el fortalecimiento de Mercosur y a impulsar Unasur, cuya Secretaría General ejerció Néstor por vez primera, hasta su lamentable deceso el 27 de octubre de 2010.
La reelección de Cristina es un reconocimiento a su exitoso desempeño en la alta dignidad que ejerce y a su valor frente al fallecimiento de su amado esposo.
Bajo la conducción de ambos, Argentina recuperó el alto sitial que siempre tuvo entre los países del mundo.