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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Crímenes de guerra

09 de julio de 2016

El informe Chicot revela, entre otros datos, el papel jugado por el ex Primer Ministro del Reino Unido, Tony Blair, en la invasión a Irak. Él comparte, junto a G.W. Bush y Aznar, la responsabilidad en la invasión y destrucción del legendario país, sobre la base de informaciones falsas, difundidas con el objetivo de torcer la opinión mundial, que se manifestaba en contra de la participación en ese conflicto. Hoy están develadas las causas detrás de la guerra: petróleo y dominio geopolítico, las que transformaron a uno de los países árabes más desarrollados, en un espacio miserable, en el cual sus habitantes han retrocedido decenios. Deben soportar la escasez de electricidad, un deficiente servicio de agua potable, enorme desocupación y pobreza, a más de sufrir reiteradamente la violencia desatada por grupos terroristas, convirtiendo, a cerca de un millón y medio de sus desesperados habitantes, en parias que recorren el mundo buscando un lugar para sobrevivir.  

El diario español El País informa que Aznar y Blair se pusieron de acuerdo para fingir acciones  de oposición a la guerra, al tiempo que acordaban el apoyo a la acción criminal de Bush, que sostuvo, hasta el final, que en Irak se producían armas de destrucción masiva y que ese país constituía una amenaza real para Estados Unidos. La invasión se dio y el resultado de la ocupación, que se prolongó hasta 2011, se mide entre 150 mil y un millón de muertos, pues solo los británicos sufrieron 200 mil bajas, sin contar los horrores de la posocupación, revelados en los hechos ocurridos en la prisión de Abu Ghraib.

Ante el horror desatado en varios continentes por brutales atentados que demuestran la globalización del terror, frente a una Europa que comienza a desintegrarse, cabe plantearse algunas interrogantes: ¿Los responsables del conflicto -identificados en sus propios países- deberían ser juzgados por tribunales como los de Nuremberg, como criminales de guerra? Alguien debe responder por decisiones que han costado miles de vidas humanas, no solo en Irak, sino en Afganistán, Libia y Siria, provocando el éxodo de millones, entre ellos mujeres, ancianos y niños, que van dejando sus vidas en el camino emprendido en procura de un lugar que les ofrezca alguna posibilidad de sobrevivir.

La fuerza de las armas no solucionará los problemas del terrorismo, mientras no se ataquen sus raíces. En un diario local se reprodujo un texto del profesor Jeffrey Sachs, que en su análisis sugiere -entre otras cosas- que, para asegurar la supervivencia de Europa,  se debe “…primero, cortar el pacto CIA-Arabia Saudita para derrocar a Bashar al-Asad, lo que permitiría a este (con apoyo ruso e iraní) derrotar al Estado Islámico y estabilizar Siria (más una estrategia similar en Irak). Segundo, detener la expansión de la OTAN A Ucrania y Georgia. La nueva Guerra Fría con Rusia es otro error garrafal, obra de EE.UU…”. Sugerencias acertadas de un hombre del sistema.
Es necesario hacer algo frente al dolor de quienes fueron arrasados, sin otra razón que la codicia de los grandes. (O)

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