La popularidad del presidente Rafael Correa alcanza altas cifras, de más del 70 por ciento, que si se mantienen convertirían la carrera presidencial de 2013 en una reelección. Eso ha ido al compás de un verdadero boom económico, con una tasa de crecimiento de la economía de más del 8 por ciento anual, en lo que llevamos de 2011.
No solo aumentan las exportaciones primarias sino la inversión en industrias, la construcción, la generación de energía eléctrica y el sector educativo. Hay un apoyo constante a sectores pobres, como ha sido la tónica desde 2007.
Lo que ocurra con la economía ecuatoriana depende solo en parte de la coyuntura internacional de Estados Unidos y de Europa, que están en un estancamiento permanente, con grandes deudas ya antiguas (como en Japón) o nuevas por los salvatajes bancarios de 2008-2009 y los programas de estímulo. Cae el consumo, se rebajan salarios de funcionarios, se recortan prestaciones sociales para pagar deudas de los estados sumidos en crisis fiscales, y eso deprime más la demanda.
¿Cuál es la perspectiva internacional con China y a otras economías que crecen todavía? Las economías industriales dependen de recursos no renovables. Al día se queman en el mundo unos 85 millones de barriles de petróleo. Pero lo que se quemó ayer ya no sirve para hoy. Es un sistema no sostenible, al acercarnos al pico del petróleo y al producir mayor acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera.
Para la economía ecuatoriana (cuyas exportaciones primarias representan el 77% del total), este absurdo es una fortuna que ha sido bien administrada desde 2007. Entonces: ¿hasta cuándo durará el boom de la economía? En perspectiva de las elecciones presidenciales de 2013, hay petróleo para rato. Sin contar el Yasuní ITT, Ecuador ya ha utilizado más de la mitad de sus reservas, pero nos queda para otros períodos presidenciales.
Para 2012, mucho depende que la OPEP mantenga la contención y ante la crisis de los países ricos, que la oferta continúe para que el precio del petróleo no baje. No obstante, el boom de las materias primas podría declinar.
Empeoran los términos de intercambio de economías mineras como Chile y Perú (el precio del cobre ha bajado en los últimos meses).
La demanda no se hunde porque son productos cuya existencia es limitada en las concentraciones requeridas para su explotación económica.
La paradoja está dada. De una parte, nuestras economías descansan en recursos agotables. Por otra, los precios de las materias primas se sostienen o incluso aumentan, aun cuando la economía mundial se pare, siempre que la China, la India y otros países mantengan la demanda. Todo va bien en América Latina, pero a costa del agotamiento de recursos mineros e hidrocarburos y el impacto a los ecosistemas.