Monigotes que retratan a Correa y al "Chucho" son los más vendidos en Quito
"Venga, venga caserito, lleve el monigote de Correa y el "Chucho", baratos están", dice María Salazar, a cada comprador que se acerca al parque de La Carolina, en Quito. Ese es el gancho que la vendedora usa para atrapar a sus clientes. En el lugar hay más de 15 vendedoras, que ofrecen monigotes desde 25 hasta 200 dólares. Salazar tiene 60, y confiesa que este año, a diferencia del anterior, decidió solo adquirir años viejos de cartón y dejar a un lado a los tradicionales de aserrín y papel periódico. En las calles de la capital, de a poco, los monigotes de aserrín son desplazados por los grandes modelos de cartón de superhéroes y personajes de televisión, así como el monigote del "Chucho Benítez, futbolista ecuatoriano, que falleció en julio de este año. Este último es uno de los más solicitados, además de aquel que retrata al presidente Rafael Correa.
Apresurada, Karina Cruz coloca sobre la acera de la avenida América y Mañosca (norte de Quito), un gran año viejo del "Chucho" Benítez. Hoy arribó desde Guayaquil con más de 150 monigotes, que desde julio realizó su familia, que vive en esa ciudad. Confiesa que invirtió 5.000 dólares en la elaboración. "El "Chucho" es un ídolo, que nos dejó en este año, por eso es el más solicitado", dice. Cruz no vende sola. Junto a ella están su madre y hermanas, quienes esperan triplicar lo invertido en solo dos días. En menos de 20 minutos, las comerciantes vendieron cinco años viejos, de 50 dólares.
"Creo que será un gran día", manifiesta, emocionada. Tienen monigotes desde 5 hasta 200 dólares. El monigote del "Chucho" Benítez cuesta 150 dólares. "No hemos guardado ninguno para nosotros, porque todos los años vendemos aquí y no nos queda ni uno", sostiene. Pero, si tuvieran que quemar a alguno, dice, que sería el de Chucky, la creación más dos metros de altura, que les tomó 20 días hacerlo. Cuesta 200 dólares.
Dando los últimos toques a los años viejos está Trinidad Vergara, sobre la avenida América y República (norte). Sus creaciones son tradicionales con ropa vieja y papel periódico. Cuestan entre 5 y 10 dólares. Vive en Manabí, y llegó ayer solo para vender las tradicionales creaciones, que los ecuatorianos queman a la medianoche del 31 de diciembre. "Aquí nos va bien, allá solo prefieren los monigotes de cartón", dice. Compró ropa usada a 25 centavos por cada prenda, en el sector de Los dos puentes (sur de Quito). "Lucio, Correa y el "Chucho" son los más solicitados, esos se venden como pan caliente", afirma. La mujer lleva dos noches sin dormir, "es un trabajo duro, toca coser las prendas a mano, una a una, se gana pero es esforzado", manifiesta.
Pedro Salcedo compró un "Año viejo" que retrata al presidente Rafael Correa. "Queremos que le vaya bien el próximo año", dice.
A todo volumen, en la Vicentina (centro-norte de Quito), Diego Soria, de 33 años, oferta sus monigotes de cartón. Compra en Guayaquil, los muñecos en blanco, pero los pinta con aerógrafo. Desde junio logró pintar 50. Decidió solo realizar superhéroes, "porque los políticos no me gustan". Tiene personajes de televisión como Ironman, Pitufos, Monster High, desde 25 dólares hasta 150 dólares.
Es abogado de profesión y dice que hace sus creaciones "por hobby, es una tradiciones que la implementamos con mis amigos del barrio, uno de ellos, que ahora está en Italia, me enseñó a pintar con aerógrafo". En cada monigote invierte 25 dólares porque decora con pintura de cartón, pero gana hasta 125 dólares, una vez que con precisión toma los rasgos del persona que busca pintar.
Freddy Lozano, con su primo, decidió apostar por la venta de monigotes en la avenida Coruña. Sus trabajos son de ropa vieja y papel periódico. Trajo 100 "Años viejos" y "espero que vendamos todos, el año pasado nos quedamos con cinco".
También ofrecen caretas. Las creaciones que representan al presidente Correa y al "Chucho" son las más solicitados, a parte de los superhéroes. Invirtieron 200 dólares, "queremos ganar hasta tres veces, y asegurar la comida para nuestra familia en igual tiempo", dijo Lozano, quien es instalador de porcelanato y confiesa que no tiene un trabajo ni salario fijo. "Para muchas personas, este tiempo es festejo, para nosotros, es el tiempo de asegurar el dinero para mantener a nuestras familias", concluyó.
