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La acción de grupos políticos, pandillas e incluso enamorados ensucia las paredes

Cuatro zonas del centro de Quito están cubiertas de grafitis

A pesar de que las manifestaciones opositoras del jueves no llegaron al centro, sus paredes fueron rayadas.
A pesar de que las manifestaciones opositoras del jueves no llegaron al centro, sus paredes fueron rayadas.
Foto: Miguel Jiménez/ El Telégrafo
09 de abril de 2016 - 00:00 - Redacción Quito

Hellen y Joseph Carpenter tenían sentimientos encontrados, ayer,  mientras recorrían el Centro Histórico de Quito. En un español salpicado de frases en inglés, los originarios de Seattle (EE.UU.) se mostraron maravillados por la majestuosidad de las edificaciones del área colonial capitalina.

Al mismo tiempo, dijeron estar sorprendidos por la cantidad de grafitis que habían visto en las paredes de la parte antigua de la urbe. “(Los) ecuatorianos deberían cuidar más esta maravilla histórica que tienen. (La) deben cuidar no solo para ellos, sino para el mundo. Da mucha pena ver las paredes sucias”, dijo Hellen, una contadora jubilada de 65 años.

La pareja caminaba la mañana del viernes por la calle Guayaquil, utilizada por grupos políticos como vía de acceso al centro en sus manifestaciones en contra del Gobierno. Aunque la protesta de anteayer en oposición al proyecto de Ley para el Equilibrio de las Finanzas Públicas no llegó al casco colonial, sus paredes sí reflejaron los reclamos.

La mayoría de pintadas políticas correspondían a la consigna ‘Unidad, conciencia y lucha’, estampada en los muros quiteños por las agrupaciones identificadas como MGTL y BASO.

El jueves también, una supuesta organización autoidentificada como Mujeres por el Cambio había estampado las leyendas ‘No al alto costo de la vida’ y ‘No más despidos’.

Sin embargo, no son los únicos grafitis que afean el aspecto de esa calle de Quito. En la pared de piedra  de la edificación con la nomenclatura N9-41 se lee, a medio borrar, la leyenda ‘Fuego a los policías’, escrita por algún manifestante durante una protesta anterior.

El tramo más dañado es el comprendido entre las calles Manabí y Mejía, donde todas las edificaciones tienen, al menos, una pintada en   paredes, zócalos o ventanas y puertas enrollables. En algunos casos los pretendidos mensajes ni siquiera son inteligibles. Ello ocurre, por ejemplo, en el inmueble de la esquina de Guayaquil y Esmeraldas, donde alguna persona simplemente trazó líneas sobre la tapia de un restaurante. Bertha Lozano, dependienta de un almacén, contó que los dueños del negocio se cansaron de pintar los muros del sitio.

“Demoraban más en arreglar las paredes, que en estar manchadas de nuevo. Sospechamos que las graffitean personas que pasan por aquí durante las noches”, afirmó la mujer. Un policía metropolitano que hacía guardia por la zona y pidió no ser identificado coincidió con la vendedora de zapatos en que los daños ocurrirían durante las noches.

Pedro Ramos (72 años) recordó que años atrás las alcaldías obligaban a pintar las calles del centro a los dueños de las casas, especialmente durante las Fiestas de Quito.
“El Municipio ayudaba con el material y eso hacía que la ciudad se viera bonita”, aseguró.

Pero la calle Guayaquil no es la única del Centro Histórico que muestra sus paredes sucias. Los alrededores del parque La Alameda, en el inicio del casco colonial, también están llenos de rayones.

Ese es el caso de la av. Gran Colombia, entre Briceño y Luis Sodiro. En dicho tramo, la única edificación que se ha librado de la acción de los grafiteros es el Teatro Capitol, regenerado por la anterior Alcaldía. (I)

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Las fachadas de propiedades privadas y negocios no escapan a la acción de grafiteros y otros grupos. Muros patrimoniales, fachadas, paradas de buses y señales de tránsito requieren de manera constante obras de rehabilitación debido a acciones vandálicas.

El dinero del erario local que se destina a limpiar la pintura de fachadas y monumentos patrimoniales serviría para asfaltar unos 80.000 m2 de vías, instalar 18 canchas sintéticas de fútbol o ejecutar obras básicas. Alrededor de 1.000 propiedades del Centro Histórico y área patrimonial se limpiaron en 2017, que sumaron unos 9.000 m2.

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