Un futuro manchado
El futuro de la asambleísta Ana Galarza quedó manchado, más allá de que fue “disculpada” por una parte de la Asamblea Nacional, institución que tiene niveles bajos de popularidad.
Ella se salvó de ser destituida pero hay que preguntarse a qué costo o a cambio de qué favor político. Eso requiere que se inicie una investigación a profundidad.
La penosa situación política de la Asamblea es evidente porque denota que los legisladores no son coherentes entre lo que dicen, piensan y lo que hacen.
Los principios éticos, morales y la buena conducta se perdieron en el Legislativo. Allí aparentemente es normal decir: robó un poquito pero no importa, la vamos a salvar porque tan solo fueron 10 dólares. Es un absurdo relativizar los delitos porque eso conlleva a la desinstitucionalización del país y eso aumentó desde la llegada de Rafael Correa al poder.
Si queremos mejorar la lucha contra la corrupción y la imagen de las instituciones del Estado, la legisladora Ana Galarza debía ser destituida porque violó la ley al cometer una serie de irregularidades.
Toda su trayectoria quedó truncada con esas acusaciones en su contra. De ellas, la más grave es el cobro de diezmos.
¿Con qué cara exigirá a los demás que sean íntegros si sus acciones dicen lo contrario?
No debemos olvidar que hasta hace unas semanas ella era la adalid de la lucha contra la corrupción y estuvo muy bien. Su “trayectoria” quedó manchada, y aunque continuará con sus actividades, será señalada por siempre.
Y ese acto irregular no debería ser olvidado, por ejemplo, cuando quiera ser parte de la gestión pública. La ciudadanía debería recordar esto cuando decida candidatizarse para la Alcaldía de Ambato o para lo que sea.
Aunque para beneficio de Galarza y perjuicio del país la ciudadanía tiene memoria a corto plazo. Se olvida rápido. Es posible que en dos o tres años ya nadie recuerde este vergonzoso hecho que daña a la política. (O)