Los roles de género se transforman en casa
A inicios del siglo XX, el movimiento de mujeres británicas luchaba por ejercer su derecho al voto. Escondidas, clandestinas y valientes peleaban contra un Estado patriarcal y conservador, que creía que las mujeres no tenían la capacidad de entender la política.
Pero las sufragistas entendían la política de una manera más humana, la de los derechos, de la igualdad y la libertad.
Eran trabajadoras, amas de casa, mujeres explotadas en las fábricas y en sus hogares. Eran madres que querían un mundo distinto para sus hijas. Su trabajo y resistencia visibilizó la estructura de poder que se ejerce en el hogar, aquellos parámetros sociales que hacen de la mujer un objeto del hombre y la maternidad.
La mujer no podía ser pública, no podía alzar su voz, la estructura patriarcal nos hizo creer que solo nos debíamos al hogar como un orden natural de las cosas. “El trabajo doméstico es un gran territorio de explotación”, afirma la socióloga Silvia Federici.
Son tiempos modernos, pero al interior de los hogares, los patrones machistas se mantienen y se reproducen como aquella división sexual del trabajo, donde la estructura social y económica destinaba a la mujer el cuidado de los hijos, mientras el hombre era proveedor, aquel ser público.
El sistema de explotación al interior de casa no solo es económico, es ahí donde se reproducen patrones de violencia contra la mujer, tanto a nivel físico, psicológico y simbólico.
El trabajo en el hogar es silencioso, una y otra vez se repiten aquellos estereotipos de género que colocan a la mujer en una situación de desigualdad y de vulnerabilidad.
Pero es, precisamente, en este espacio donde se debe generar el cambio, el hogar puede pasar de un hábitat de sumisión a uno de resistencia, de conversión de la realidad que permita a las nuevas generaciones, a nuestros niños, concebir un futuro equitativo y diferente.
Transformar los roles de género empieza desde casa, enseñándoles a nuestros hijos que las mujeres tenemos los mismos derechos y oportunidades. El trabajo del hogar no es solo para mamá, la abuela o la hermana. (O)