Publicidad

Ecuador, 22 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

El pueblo no perdonó el “engaño” de Lucio; poner en peligro la institucionalidad del país al disolver la Corte de Justicia, el Tribunal Supremo Electoral y el Tribunal Constitucional; traer a Bucaram y las medidas económicas

En 2005 los forajidos gestaron una nueva época

La revuelta de Los forajidos se desbordó el 20 de abril con la represión policial de los manifestantes que pretendían llegar al Palacio de Carondelet, en Quito, con el resultado de un muerto y numerosos heridos. Foto: Archivo/El Telégrafo
La revuelta de Los forajidos se desbordó el 20 de abril con la represión policial de los manifestantes que pretendían llegar al Palacio de Carondelet, en Quito, con el resultado de un muerto y numerosos heridos. Foto: Archivo/El Telégrafo
20 de abril de 2015 - 00:00 - Unidad de Investigación

La noche que murió el esposo de Rosario Parra, ella recuerda que ambos había salido a protestar en la calle Colón (norte de Quito). Era el 19 de abril de 2005 y la capital estaba convulsionada. Los ciudadanos pedían que se “vayan todos”, los diputados en el Congreso, los miembros de la Corte y obviamente el Ejecutivo, con Lucio Gutiérrez a la cabeza.

Rosario y el fotógrafo Julio García se separaron porque inició una fuerte represión de la Policía. El cronista gráfico murió asfixiado por la lluvia de bombas lacrimógenas que los uniformados usaron como herramienta de represión.

Hoy, 10 años después, Charito como la llaman sus familiares rememora el cansancio ciudadano y el “triste e indignante” papel que los medios ejercieron en aquella época.

Incluso recuerda una escena en particular. En la noche prendió la televisión y sintonizó Ecuavisa “pero mientras escuchaba todo lo que sucedía en radio ‘La Luna’, en el noticiero estaban dando la posesión del papa Benedicto XVI del Opus Dei, es decir noticias que no tenían nada que ver con lo que pasaba afuera”, critica Parra.

Lea también: Militares pasaron de ‘neutrales’ a dejar solo a Lucio

Tras una serie de protestas ‘forajidas’, sin la conducción de ningún líder político, el gobierno de Lucio Gutiérrez cayó un día como hoy, aunque las protestas habían comenzado días antes.

Los hechos, según analistas consultados, reflejan la capacidad ciudadana para organizarse y demostrar que no solo estaban cansados de la “traición” del régimen de entonces, sino de toda la clase de política y de sistema de partidos.

Ecuador, y particularmente Quito, estaba cansado del nepotismo en los altos cargos del poder, de la cancelación de los 2 juicios contra Abdalá Bucarám y de la anulación de los casos contra Alberto Dahik. La sensación general de que la impunidad había vuelto a triunfar atizó la ira popular.

En una mesa redonda efectuada el jueves pasado en la Universidad Andina, en Quito, denominada ‘10 años de la insurrección forajida’, el investigador Gerardo Merino dijo que la movilización demostró que los ciudadanos pasaron de ser meros espectadores a protagonistas y narradores de la realidad. La gente hizo sus propios registros audiovisuales y escritos, pese a que la tecnología aún era limitada en 2005.

Ese relato directo dejó testimonio y evidenció la participación de actores ciudadanos diversos y la multiplicación de los escenarios de las protestas en las calles, lo que dificultó su neutralización por parte de los uniformados, pese a la orden gubernamental de reprimir.

Lea también: Gutiérrez aún asegura que el golpe en su gobierno fue militar y no ciudadano

Hombres, mujeres y hasta niños de clase media y popular, sin importar su ideología, salieron a las calles a reclamar con ‘cacerolazos’, ‘rollazos’, ‘mochilazos’, ‘golpes de estadio’ y ‘globazos’.

“En las marchas participaron familias enteras como la nuestra porque era un momento que implicaba necesariamente una participación ciudadana indudable. Estábamos cansados de las medidas del dictócrata de Gutiérrez y de toda su camarilla, fue una bofetada a la dignidad del pueblo ecuatoriano”, cuenta Rosario a EL TELÉGRAFO.

Así se constituyeron en formas y expresiones culturales innovadoras de exigir reivindicaciones, respeto y correctivos a la clase política y a los medios de comunicación privados que daban cuenta de la realidad, pero a su manera.

Esto se evidencia en el texto Abril: recuerdos mil - Pasajes y vivencias personales de la rebelión “forajida”: 19 y 20 de Abril del 2005 del actual cónsul de Ecuador en el Reino Unido, Fidel Narváez, donde cuenta cómo a falta de cobertura por parte de los medios privados, se organizaron monitoreos de las movilizaciones en la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (Apdh) “con radios de comunicación portátiles handies, enlazados directamente con (radio) ‘La Luna’” se reportaron en vivo los incidentes.

En el libro del experto en Sociología Política, Franklin Ramírez, La insurrección de abril no fue solo una fiesta, se relata cómo un grupo protestó en los exteriores de un canal de televisión para exigir que cubran los hechos y acusarlos de encubrir a Gutiérrez.

Una nueva forma de hacer política

Por su parte, el politólogo, jurista y docente universitario Marco Navas, durante el conversatorio en la Universidad Andina, manifestó que la consigna “¡que se vayan  todos!” fue la gran impugnación y el cuestionamiento más fuerte que se haya expresado desde la ciudadanía a la forma de hacer política.

El fenómeno de la movilización ciudadana -según Navas- reflejó que la misma no se hace solo en las élites o partidos, sino que la población también tiene un rol y puede transformar el estado de las cosas. “Lo que se vio en Ecuador previamente a la revuelta de los forajidos es que esos mecanismos de elección estaban cerrados y secuestrados a la voluntad de grandes sectores de la población. La queja y la fuerza que movió a ese movimiento en concreto fue la exigencia de una mayor participación”, dijo Navas.

Esta emergencia obligó a que la gente que nunca antes estuvo involucrada en las protestas callejeras se comprometa.

El pedido de “que se vayan todos” no se hizo realidad porque cuando salió Gutiérrez, el entonces vicepresidente, Alfredo Palacio, subió al poder apoyado por la Izquierda Democrática y los socialcristianos (ver infografía).

A esto Navas responde que: “la fuerza de la calle no llega necesariamente a articular propuestas de reorganización”, lo que advierte una debilidad de este tipo de movimientos y, por lo tanto, abre la posibilidad a que fuerzas organizadas recuperen el poder.

Pese a que la movilización forajida no se institucionalizó, no significa que no existió. Para Navas la revuelta se evidenció más tarde en la Constitución de 2008 con la reivindicación por la soberanía, la transparencia, los derechos y la recuperación del Estado.

Pero ¿qué pasó con los movimientos sociales organizados durante la revuelta de abril? ¿por qué no lideraron las protestas y aglutinaron las demandas ciudadanas de esa época? Según Navas, el hecho de que la ciudadanía haya irrumpido sola, sin fuerza política o los medios, en la política nacional demuestra que desde esa época ya existía una crisis de los movimientos sociales y que su nuevo reto es reinventarse.

“Ya estaban afectados. Después surgió un nuevo actor político que fue Alianza PAIS y captó en gran parte de la voluntad popular en esos años. Alguna parte de los movimientos políticos y sociales se fue con este proceso y otra parte quedó afuera. Eso los obliga a renovar liderazgos”, expresó.

Y es que a pesar de que la ciudadanía tiene nuevas formas de participar -para Navas- actualmente todavía falta mucho por hacer para llegar a un estado de madurez política. “El reto es recuperar esa sintonía con esos sectores o bases que en algún momento lograron que existiera un auge de los movimientos sociales. Hoy eso no existe totalmente ni de parte de quienes están adentro de los movimientos sociales apoyando el proceso del Gobierno actual, ni de parte de los que están en la oposición”.

En 2005 se vieron multitudes heterogéneas, agrupaciones populares de toda clases y organizadas entre ellos, según explica el sociólogo Ramírez. “Esta emergencia ciudadana de una multitud heterogénea supone toda una novedad en la política ecuatoriana que hasta el momento había enfrentado otras jornadas de lucha conducidas por partidos políticos”. Si algo demostró la revuelta de los forajidos en 2005 es que había repudio o hastío total a la clase política ecuatoriana y la necesidad de nuevos líderes. (I)

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media