El intenso frío de la capital no impidió que decenas de personas se dieran cita para escuchar a Sandra Bonilla, cantautora ecuatoriana que celebró sus 29 años de carrera. La gala denominada ‘Huellas’ se llevó a cabo en la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

“El nombre del concierto Huellas, viene desde hace varios años y no me nace cambiarlo porque en el mundo los artistas en cada una de sus facetas dejan huellas, quieren quedarse”, señaló Sandra Bonilla, quien se siente bendecida por haberse encontrado con el arte.

Huellas, es un conjunto de canciones nuevas de su autoría. Afirmó sentirse bien por cuanto la música le abre puertas en todas partes del Ecuador y en otros países donde ha sido invitada.
El concierto Huellas, con entrada gratuita, contó con la presencia de Paco Godoy, como invitado especial que además es el director artístico de Sandra Bonilla.

Ella, por supuesto, vestida de gala, dio la bienvenida a sus amigos y demás público “Veo caras conocidas, es un gusto tenerlos aquí”, dijo mientras se acomodaba en su silla para tocar la guitarra.
Paco Godoy, uno de los artistas  más importantes de la palestra nacional, felicitó efusivamente a la ‘santa’ por sus años de composición e interpretación musical.

Canciones como ‘De la mano’ y ‘San Martín’ hicieron aplaudir y bailar a los presentes. La velada no podría ser más íntima, más allá de un concierto parecía una guitarreada entre amigos.
La sorpresa de la noche fue la intervención del Ballet de Luis Beltrán que interpretó el albazo ‘Esperanza’, composición de Sandra. La pareja de bailarines interpretó la pieza musical, mientras ella en su camerino se cambiaba de atuendo, algo más cómodo para seguir celebrando.

Sin embargo la cantautora tiene una faceta más profunda. “La música es emocional, es circunstancial, la música es emotiva, por eso no me limito..” afirmó Sandra en una conversación momentos antes del concierto.

Cuenta asimismo que fue su padre quien la motivó a tocar temas de corte social, por su característica crítica de la realidad. Además que vivió por algún tiempo con comunidades indígenas.
“Yo vi de cerca este tipo de realidades: la Reforma Agraria y las carencias que estos grupos tenían, aunque ahora ya se ha conseguido bastante. Siempre me apasioné con defender estas causas”, asevera la cantautora, quien además piensa que sus aportes van más allá de la composición musical.

Es por eso que en su calidad de abogada, también ejerce la coordinación del Centro Cultural Manuela Sáenz y se mantiene cerca de la problemática social.
Dentro de estas funciones Sandra hace trabajo social con la gente privada de libertad. “Nosotros llevamos recitales y realizamos talleres en distintas cárceles de la ciudad. No trabajo para juzgar el delito, sino para entender las realidades”, reitera la artista.

Sandra, nacida en la ciudad de Baños de Agua Santa, provincia de Tungurahua pero radicada en Quito, afirma que se siente agradecida con la vida y con la música. Con actitud espontánea cuenta que su labor como madre también la ha mantenido cerca de la música y del trabajo social.

“No podemos estar ajenos a lo que pasa a nuestro alrededor, algo se debe hacer. Eso lo aprendí de mi madre, ella es muy solidaria” reitera Sandra.

La música de forma profesional llegó a ella a los 12 años, cuando en 1985 participa en un festival en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Cotopaxi. Hechos como la desaparición de los Hermanos Restrepo en 1988, le hacen tomar una postura crítica desde la música.
Sin embargo tampoco descarta temas como el amor y la naturaleza, cuestiones que también hacen parte de la vida y de la realidad.

“Mi ritmo es el danzante, porque es un rirtmo guerrero. Es por eso que mis composiciones no descartan estos géneros”, relata la artista, quien también se declara amante de la música nacional, aunque también ha incursionado en ritmos como el blues, jazz, salsa, tex mex, entre otros.

“Como compositor tienes libertad de crear, aunque también he realizado covers, pero lo mío es componer lo hago día a día”, concluye.
La cantautora no logra calcular la cantidad de canciones que han salido de sus manos, por lo que prefiere seguir en el camino de la creación sin ponerle número o meta.

El concierto termina un tabto diferente, una representante de los pueblos de Chimborazo le hace un homenaje y le realiza una limpia para que sus letras sigan naciendo y persiguiendo las causas perdidas.