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Roberto Vallarino el hombre que nunca perdió su seguridad al tocar el bajo

Roberto Vallarino el hombre que nunca perdió su seguridad al tocar el bajo
20 de septiembre de 2012 - 00:00

Cuando Roberto Vallarino subía al escenario con su bajo colgando en su cuello la imagen que proyectaba siempre que daba un concierto con su grupo Los Corvets era la de un tipo serio, pero sobre todo muy seguro al tocar su instrumento. Ese que por cincuenta años se convirtió en su compañero fiel y que dejó de serlo el pasado martes tras el infarto que el músico sufriera.

Aquella imagen que distaba mucho a la de su hermano Alberto, guitarrista de la agrupación que era lo opuesto -se tiraba al piso, daba brincos- es la que conservan en sus memorias algunos de sus amigos más allegados.

Uno de ellos es Homero Gallardo, exintegrante del Supergrupo Bodega. “Roberto no era tan virtuoso, pero sí seguro al tocar, muy rara vez se equivocaba. Era muy disciplinado y centrado. Una persona muy seria, sin doble personalidad”.

Miguel Gallardo, quien en varias ocasiones compartió escenario con Roberto, lo define como un  hombre introvertido. “Él nunca fue amante al hipismo. La onda de él era más bien conservadora. No era  un tipo de muchas bromas, sin ser cortante. Lo que ocurrió es que él tomó se tomó muy a pecho y cuando su mamá Josefina y su hermano murieron en un accidente fue mucho más”.

Recuerda que lo conoció por su amigo Richard Sumbers, quien se lo presentó “nosotros parábamos en Costanera y Guayacanes, donde me ponía a tocar con un tapa de una olla y un redoblante de un banda de guerra. Yo tenía como 10 años y Roberto 14. Un día Richard llegó acompañado de varios muchachos y dentro de esos estaba él con quien apenas cruzamos palabras, me comentó su idea de crear una agrupación”.

Y así ocurrió. Roberto formó Los pájaros de fuego, que más tarde en el 64 pasó a convertirse en el grupo Los Corvets, por el que pasaron una infinidad de músicos.

Pero de todo ellos,  a quienes los consideran como los integrantes que llevaron a la agrupación a gozar de popularidad fueron Marcos Molina (voz), Hans Palacio (teclados), Alberto Vallarino (guitarra), Fernando Rodríguez (batería), Roberto Viera (guitarra) y Roberto Vallarino (bajo).

20-9-12-los-crovetsCon aquella alineación Los Corvets consiguieron tener un mano a mano con Los Iracundos, el grupo Bodega y Los Hippies, considerado como el grupo de rock psicodélico. Y precisamente, con esa alineación Roberto Viera cuenta que junto a Roberto planeaban para junio del próximo año ofrecer un concierto en el Teatro Sánchez Aguilar, acompañados de la Orquesta Sinfónica.

“Nos habíamos reunido cuatro veces para escoger los temas que interpretaríamos con el grupo que inició y con el grabamos 90 canciones y 4 discos.  Roberto estaba bien emocionado, hace unos días le había propuesto que vaya a mi estudio para estudiar las partituras con los nuevos arreglos que tendría los temas. Aún no salgo de la impresión de saber que ya no estará el amigo que me brindó su amistad y me abrió las puertas de su casa, pero también sé que la vida no la tenemos comprada”.

Esa misma reacción la tuvo el músico y también cardiólogo Marcos Molina, quien reveló que el bajista “tenía ciertos problemas de arritmia, hipertensión, exceso de peso así como sedentarismo y que  todo eso influyó en que sufriera el paro cardíaco. Una muerte súbita”.

El músico cuenta que su amistad con Roberto y Alberto se dio cuando tenía 14 años. “Éramos amigos del barrio, los iniciadores de la música en Urdesa”. Pero ya el ser parte de Los Corvets fue por la mamá de ellos, la señora Josefina, “una artista mexicana que al casarse con un ecuatoriano quiso armar un grupo con proyección internacional”.

A pesar de todo lo consiguieron, Marcos cuenta que decidió separarse en el 71, para dedicarse al cine y posteriormente a la Medicina.

Aún así la amistad continuó de una manera más estrecha como profesionales, esto en vista de que Roberto también se dedicó paralelo a la Medicina, como quiropráctico. Esa misma complicidad que tuvieron -según Marcos- es lo que lleva a recordarlo como un tipo “bonachón que le gustaba conversar mucho e ir más allá de las cosas. En su aspecto personal era difícil no sacar cuando caminaba por las calles por esa misma presencia imponente. Pero sobre todo el hombre que supo mantener vivo el nombre del grupo”.

Uno que para Homero Gallardo ahora desaparecerá. “Si Los Corvets siguen será por amor propio de alguno de los integrantes, pero me atrevería a asegurar que el final de Los Corvets llegó”. La razón: el pilar que los mantenía ya no está.

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