Illona Razuri es fan de La Era de Hielo desde que tenía 4 años cuando sus padres la llevaron al cine. Ahora tiene 18 y cuenta que la marcó tanto al punto de que sueña con ser veterinaria.
“Mi afición es porque amo a los animales. Por eso quiero ser veterinaria”, dice Illona, quien solo en esta semana se ha visto dos veces la La Era de Hielo 5.

La última fue el domingo pasado, pero sin sus padres, sino con la compañía de algunos amigos que tenían planeado ver otra película. lIlona no fue la única fan incondicional de la saga. Gerardo Delgado y su novia, quien prefirió el anomimato, viajaron en la madrugada desde su Manta natal para asistir a tiempo a la vermut de domingo en Cinemark de Mall del Sol.

“Vinimos a Guayaquil porque el cine de Manta no está habilitado todavía después del terremoto de abril pasado. Nada de eso nos impide ver nuestra película favorita”, dice Gerardo, para quien su personaje más querido es la ardilla Scrat. Aunque esta sala no se llenó, se percibió variedad de asistenes al cine para ver La Era de Hielo 5. Había padres e hijos, jóvenes en grupo y más. Mucha gente prefirió el estreno del viernes por la noche.

En el centro de la ciudad durante la tarde fue distinto. Hubo más público. Igual sucedió en la noche. Aunque la saga de Era de Hielo ha recaudado más de $ 2,8 mil millones en todo el mundo solo en sus primeros cuatro filmes, el contenido ha ido decreciendo desde que empezó la franquicia en 2002.

Entonces fue una fórmula que funcionó muy bien con una historia muy bien contada. Sin embargo, en esta nueva entrega, dirigida por Michael Thurmeier y Galen Tan Chu, no hay escenas que salgan del esquema de las meras situaciones hilarantes.

La primera película de hace 14 años dejó un potente mensaje: en su camino en búsqueda de un lugar cálido para vivir, Manny, Sid y Diego encuentran un bebé humano y, aunque tienen todos los motivos para dejarlo morir -no tienen nada que ver con él, los humanos han hecho sus vidas miserables-, deciden salvarlo, porque entienden que el niño no tiene la culpa de nada. Fue una trama que sirvió, en su momento, tanto para conmover como para entretener a las audiencias, no solo infantiles sino también adultas.

Sin embargo, esta posibilidad de entretenimiento que los adultos tuvieron en la primera entrega, es limitada en la nueva cinta que proponen los estudios Blue Sky y la Fox. Aunque están los mismos personajes y el colorido de siempre, la historia que narra está dirigida exclusivamente a los más pequeños. Solo un humor físico o gags predecibles. El contenido general de toda la saga es sobre la familia como premisa y su disfuncionalidad, pero individualmente a la industria parece interesarle más ofrecer historias de aventuras que un trasfondo.

Existe poca profundidad narrativa en esta cinta de animación por computadora y, por otro lado, el afán de recaudar cantidades monstruosas en taquilla a base de humor básico. La nueva historia empieza, por supuesto, con la ardilla Scrat persiguiendo su escurridiza bellota y desatando un caos, esta vez a nivel cósmico, que amenaza con extinguir a los mamíferos. Nuevamente será labor de Manny, Sid, Diego y el resto de los personajes idear una forma de evitarle al planeta un fatídico destino.

Mientras en la Tierra, el principal conflicto se da cuando Morita, la única hija de la pareja de mamuts (Manny y Ellie), se enamora y quiere casarse y mudarse a otra parte con su novio. Situación que provoca los celos de su padre, que no soporta al joven pretendiente.

El filme tiene exceso de personajes secundarios creados más para causar hilaridad con chistes gastados que para aportar realmente en la historia la excéntrica comadreja Buck. Incluso los supuestos antagonistas (un trío de saurios voladores) tienen poco peso en la trama. Desde que Manny encontró a Ellie se hizo predecible el hecho de su posterior paternidad, el crecimiento de su hija y el hallazgo de parejas para Diego y Sid, casi para cumplir con un formato.

Con una inversión de 328 millones en sus primeras películas, esta saga tiene definido su universo con una familia disfuncional formada por animales outsiders (tigres que conviven con perezosos sin comérselos), un ambiente prehistórico en donde también habita la neurótica ardilla Scrat. Lo demás es un recurso gastado y predecible, aunque eso no parece importarles a Illona Razuri, Gerardo Delgado, su novia y muchos más (I)