La animación entra en una nueva era
El certificado de defunción quedó extendido hace casi una década, cuando de repente se acabó la edad dorada de la animación tradicional en Hollywood. La revolución dejó desde ese momento de ser dibujada.
Shrek, Chicken little y toda la filmografía de los estudios Pixar se encargaron de hacer realidad las mismas fantasías de siempre para las nuevas generaciones, aunque con distintas técnicas, todavía se precisaba de la mano del animador, pero los ordenadores desplazaron a los lápices.
Intentos de recuperar el viejo encanto como Tiana y el sapo (2009) no dieron los resultados de taquilla deseados. La elegía a los dibujos parecía escrita.
En los últimos días del 2012 se estrenó ‘Ralph El demoledor’, última película de los estudios Disney en el mundo y en los próximos días el filme animado llegará a los cines ecuatorianos y con ello el comienzo de una nueva era para la animación.
Esta película es tan digital como sus predecesoras (está producido en CGI o animación por ordenador e inspirado en un mundo tan sintético como el de los videojuegos), pero representa la simbiosis (ayuda mutua) más perfecta que haya conocido la industria entre las dos y las tres dimensiones.
Una comunión que no solo se da en el largometraje, sino también en el cortometraje Paperman, que acompaña al estreno. Ambos mundos, aparentemente antagónicos, se dan al fin la mano en un nuevo estilo en el que el personaje creado por ordenador se beneficia de esa sutileza que solo la línea creada a mano es capaz de dar a la animación.
“Sentimos la responsabilidad, como uno de los principales estudios de animación y sin duda pioneros de este arte, de romper el molde en busca de nuevas fronteras, donde no todo sea el hiperrealismo de la animación por ordenador”, declaró a este periódico su productora Kristina Reed.
‘Ralph El demoledor’ plantea algo tan nuevo que aún no tiene nombre, dijo el director del corto, John Kahrs. “Me gusta llamarlo la línea final, pero supongo que tendremos que inventarnos una denominación más pomposa para el nuevo software”, añadió en broma.
Tanto Reed como Kahrs vienen del campo de la animación informática, pero al entrar en contacto con autores de la vieja guardia como Mark Henn o Eric Goldberg cayeron enamorados del poder de la línea, ese trazo que, como decía Chuck Jones, creador del Correcaminos y uno de los grandes de la animación tradicional, es lo que acontece cuando un punto sale a pasear.
“De ahí nuestro deseo de crear un híbrido con lo mejor de los dos mundos, donde mantengamos vivo ese trazo, esa armonía y agilidad, pero dándole el volumen de la animación por ordenador a la que ahora estamos acostumbrados”, reiteró Kahrs. El animador trabajó con Glen Keane, otro de los grandes del dibujo animado, para lograr esta nueva técnica.
“En Disney tenemos algunos de los mejores dibujantes de toda la vida que cohabitan con los mejores profesionales digitales. Es lógico que los pusiéramos a trabajar juntos en un proyecto como este”, explicaba recientemente John Lasseter, presidente de los estudios de animación Disney. Goldberg, codirector de Pocahontas y creador del genio de Aladino, fue uno de esos asesores que hablaron con la voz de la experiencia.
Y paradójicamente, la misma competencia entre estudios que acabó hace una década con las dos dimensiones puede ser la mejor aliada para obrar su inesperada resurrección. Los creadores de Paperman estudian cómo llevar los logros de este cortometraje en blanco y negro a la realización de un largometraje en color aunando ambas técnicas.
Y DreamWorks, eternos rivales de Disney, han anunciado el estreno en el 2014 de su proyecto híbrido: ‘Me and my shadow’. La cinta mezclará animación tradicional y por ordenador “de la misma forma que películas como ¿Quién engañó a Roger Rabbit? lo hicieron entre los personajes reales y los de animación”, anunció Bill Damaschke en nombre de DreamWorks.
La idea es animar de forma tradicional las sombras de unos personajes creados por ordenador en una historia donde el mundo de las sombras se rebela contra el de los humanos. La simbiosis recuerda al corto ‘Night & day’, con el que Pixar optó al Oscar en el 2010.